"Esperamos ser capaces de tener un Adviento y una Navidad en paz", concluye Mons. Aguirre
(Salesianos).- Desde el pasado jueves 5 de diciembre, la violencia en la República Centroafricana ha experimentado un nuevo aumento. Escuadrones de milicianos anti-bakala» (es decir anti-machete) se oponen a los militares de la coalición Seleka en el poder, con un golpe de Estado, desde el pasado mes de marzo. La población civil, asustada, se reúne donde puede con el fin de sentirse más seguros: cerca de 20.000 personas desplazadas se han refugiado en dos obras salesianas de la capital.
La gente empezó a refugiarse en la casa salesiana de Galabadja desde las primeras horas de la mañana del jueves, cuando la ciudad sintió los primeros disparos de armas de fuego. Muchas personas han llegado ya heridos; la Cruz Roja, debido a la falta de combustible, no pudo llegar a la obra y algunos, a pesar de los intentos de los enfermeros, murieron. Al final del primer día de miedo, los refugiados eran ya 2.000, dispuestos a vivir en condiciones sanitarias críticas con el fin de sentirse más protegidos.
El fin de semana los refugiados de Galabadja llegaron a cerca de 5.000 personas; en Damala, la otra obra salesiana presente en la capital, estima unas 12.000 personas desplazadas. Los religiosos están bien, están tranquilos y tratan por todos los medios de consolar y acompañar a los refugiados.
El salesiano José Maria Sabé, ecónomo de la Visitaduría de África Tropical Ecuatorial (ATE), escribió ayer 8 de diciembre al Sr. Jaime Correa de la Procura Misionera Salesiana New Rochelle (Estados Unidos), manifestando cómo sigue la situación en República Centroafricana después de las ayudas recibidas:
«Apreciado don Jaime, he informado a los hermanos de lo que usted me dijo. Los refugiados en Bangui-Damala recibieron ayer dos camiones de comida y los refugiados de Bangui-Galabadja otro. También les he dicho que en caso de que no reciban ayuda me lo comuniquen.
Mas delicada es la situación de seguridad y salud. La seguridad es todavía muy frágil. Gracias a Dios no ha pasado nada con los refugiados que están en nuestras casas. Pero en la Parroquia no hay nadie para proteger las 8.000 personas que han entrado huyendo del terror. En el centro profesional son 12.000 y hay dos militares.
Les escribí a los hermanos que me dijeran qué necesitaban para el dispensario y cuidados sanitarios. No he tenido respuesta por internet. Me dijo el hermano Maguergue que el dispensario ya no tenía nada y no podían comprar nada porque los distribuidores han desaparecido y nadie aprovisiona los dispensarios. Les pedí que me dieran una lista de materiales. Le escribiré cuando me digan algo.
Escribí también a los hermanos pidiendo qué necesitan para justificar una solicitud de ayuda a las Cáritas internacionales. Sin respuesta tampoco por el momento. Le escribo cuando haya una solicitud concreta de material sanitario para la gente».
Por su parte, monseñor Aguirre cuenta a Fides: «La situación en Bangui se está normalizando poco a poco, pero todavía hay miles de personas refugiadas en las parroquias», dice a Fides Mons. Juan José Aguirre Muñoz, Obispo de Bangassou, que todavía está bloqueado en la capital de la República Centroafricana desde el 5 de diciembre, cuando los enfrentamientos entre los rebeldes Seleka y las milicias «anti Balaka» han sumido la ciudad en el caos y la violencia. Con la llegada de 1.600 soldados franceses en apoyo a las fuerzas africanas ya desplegadas, Bangui ha recobrado un poco de orden.
«El aeropuerto está abierto por fin y espero poder regresar a mi diócesis mañana o tal vez pasado mañana. Los taxis circulan y las tiendas están reabriendo» dice Mons. Muños. «Pero todavía hay miles de personas refugiadas en las parroquias, donde la comida es escasa. Durante la noche, tampoco está garantizada la seguridad. La otra noche, unos chicos de familias desplazadas se han aventurado en sus barrios para ver cómo estaba la situación, pero fueron interceptados por algunos hombres de Seleka que los mataron. Por eso la gente todavía tiene miedo de volver a casa».
«Las tropas francesas – continua el obispo – están pasando barrio por barrio para desarmar a los miembros de Seleka. Muchos de ellos ya han sido desarmados y el presidente Michel Djotodia (que controla formalmente las fuerzas de seguridad en las que tendrían que haberse integrado los hombres Seleka) ha acordado que los ex rebeldes se retiren en sus cuarteles».
Preguntamos a Mons. Aguirre si tiene noticias sobre lo que está sucediendo en su diócesis. «Por lo que me han dicho, a pesar de las 400 muertes en Bangui, en Bangassou no ha habido violencia y la situación es normal, hasta el punto que las escuelas están abiertas. Esto se debe al hecho de que los hombres de Seleka de Bangassou han mantenido la calma y no han tratado de vengarse sobre los civiles por lo que estaba sucediendo en la capital. También hay militares de África que ayudan a garantizar la seguridad, por no mencionar el valioso trabajo de la comisión de intermediación que nos ha permitido calmar los ánimos de la población, con reuniones en la mezquita, sobre la tolerancia, el respeto mutuo y el evitar venganzas».
«Esperamos ser capaces de tener un Adviento y una Navidad en paz», concluye Mons. Aguirre