Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros
El papa Francisco se reunió hoy en Estambul con jóvenes refugiados procedentes de, entre otros países, Irak y Siria, ante los que hizo un llamamiento para que los políticos atiendan la aspiración de sus poblaciones a la paz.
«Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla«, dijo el papa.
En el encuentro, de aproximadamente media hora, participaron alrededor de un centenar de jóvenes refugiados cristianos y musulmanes de entre 10 y 15 años de edad acogidos por el Oratorio Salesiano.
La mayoría de ellos proceden de Irak, Siria y algunos países africanos y forman parte de un grupo de 600 refugiados acogidos en los centros salesianos.
La reunión estaba prevista realizarla en el jardín de la representación pontificia en Estambul pero finalmente se optó por llevarla a cabo en la catedral del Espíritu Santo dado que llovía.
Ante los participantes, el papa indicó que le habría gustado encontrarse «con otros refugiados pero que no pudo ser de otra forma».
Asimismo, Francisco quiso manifestarles su consuelo en su situación, «triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra que (…) siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros».

«Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables«, denunció el pontífice, que aunque no tuvo acceso a estos refugiados a través de las autoridades de Turquía -a las que no obstante había agradecido la acogida a cientos de miles de ellos- sí logró hablar con una representación.
«Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver conflictos que ensangrentan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria«, agregó el papa.
Por último, el pontífice les aseguró que la ayuda de las organizaciones sociales y caritativas de la Iglesia continuará.
El acto comenzó con el saludo del director del oratorio, el español Andrés Calleja, prosiguió con el relato de una joven que sufrió persecución en Irak y concluyó con una canción dedicada al pontífice en español, inglés y árabe y con una foto de familia.
Al término del acto, el papa visitó al patriarca armenio de Constantinopla, Mesrop Mutafian, que se encuentra gravemente enfermo e ingresado en el hospital «San Salvador» de Estambul
Este fue el último acto del papa en Turquía, antes de partir hacia el aeropuerto, donde tomó el vuelo de regreso a Roma. (RD/Agencias)

Texto completo de las palabras del Papa:
Queridos jóvenes
He deseado mucho este encuentro con ustedes, que vienen de Turquía, Siria, Irak, y de otros países del Medio Oriente y de África. Están aquí en representación de cientos de sus coetáneos, muchos de ellos refugiados y desplazados, asistidos cotidianamente por los Salesianos. Quiero expresar mi participación en su sufrimiento y espero que mi visita, con la gracia del Señor, pueda darles un poco de consuelo en su difícil situación. Esta es la triste consecuencia de conflictos exasperados y de la guerra, que siempre es un mal y nunca es la solución de los problemas, sino que más bien crea otros.
Los refugiados, como ustedes, se encuentran a menudo carentes, a veces durante mucho tiempo, de los bienes primarios: vivienda digna, asistencia sanitaria, educación, trabajo. Tuvieron que abandonar no sólo bienes materiales, sino, principalmente, la libertad, la cercanía de los familiares, su entorno de vida y las tradiciones culturales. Las condiciones degradantes en las que muchos refugiados tienen que vivir son intolerables. Por eso es preciso hacer todo esfuerzo para eliminar las causas de esta realidad. Hago un llamamiento para una mayor convergencia internacional para resolver los conflictos que ensangrientan sus tierras de origen, para contrarrestar las otras causas que obligan a las personas a abandonar su patria y promover las condiciones que les permitan quedarse o retornar. Aliento a todos los que están trabajando generosa y lealmente por la justicia y la paz a no desanimarse. Me dirijo a los líderes políticos para que tengan en cuenta que la gran mayoría de sus poblaciones aspiran a la paz, aunque a veces ya no tienen la fuerza ni la voz para pedirla.
Muchas organizaciones están haciendo mucho por los refugiados; me alegra particularmente la obra eficaz de los numerosos grupos católicos, que ofrecen ayuda generosa a tantas personas necesitadas sin discriminación alguna. Deseo expresar vivo reconocimiento a las autoridades turcas por el gran esfuerzo realizado en la asistencia a los desplazados, especialmente los refugiados sirios e iraquíes, y por el compromiso real de intentar satisfacer sus exigencias. Espero también que no falte el apoyo necesario de la comunidad internacional.
Queridos jóvenes, no se desanimen. Con la ayuda de Dios, sigan esperando en un futuro mejor, a pesar de las dificultades y obstáculos que ahora están afrontando. La Iglesia Católica, a través de la valiosa labor de los Salesianos, les es cercana y, además de otras ayudas, les ofrece la oportunidad de cuidar su educación y su formación. Recuerden siempre que Dios no olvida a ninguno de sus hijos, y que los niños y los enfermos están más cerca del corazón del Padre.
Por mi parte, junto con toda la Iglesia, voy a seguir dirigiéndome con confianza al Señor, pidiéndole que inspire a los que ocupan puestos de responsabilidad, para que promuevan la justicia, la seguridad y la paz sin vacilación y de manera verdaderamente concreta. A través de sus organizaciones sociales y caritativas, la Iglesia permanecerá a su lado y seguirá apoyando su causa ante el mundo.
Que Dios los bendiga a todos.


