La República Centroafricana es uno de los países azotados por oleada tras oleada de violencia que intenta poner en marcha una conferencia nacional de diálogo y reconciliación para salir del atolladero
(JCR).- Rashida es musulmana. El día de la inauguración del Foro de Bangui leyó un mensaje en nombre de la Asociación de Mujeres Centroafricanas pidiendo que no se conceda ninguna amnistía para los autores de las violencias sexuales contra las mujeres cometidos desde que empezó la última crisis de la República Centroafricana, en diciembre de 2012.
Michel es cristiano. Viene de Boda, una pequeña ciudad del sur que el año pasado quedó dividida en dos y donde durante meses cristianos y musulmanes se mataron con saña. Durante su intervención, cogió de la mano a su compañero, musulmán y al borde de las lágrimas gritó a la asamblea que han decidido reconciliarse: «Y la prueba es que hemos venido juntos al Foro».
La República Centroafricana es uno de los países azotados por oleada tras oleada de violencia que intenta poner en marcha una conferencia nacional de diálogo y reconciliación para salir del atolladero.
Tras varios meses de retraso, el pasado lunes 4 de mayo empezaron las sesiones del que se conoce como el Foro de Bangui, una semana larga de discusiones a la que acuden algo más de 600 delegados procedentes de las 16 prefecturas del país, los campos de refugiados de países vecinos y algunas representaciones de los centroafricanos en la diáspora.
Presiden las sesiones el historiador y antiguo político senegalés Abdoulaye Bathily, representante del secretario general de la ONN para África Central, y el arzobispo de Bangui Dieudonne Nzapalainga. Ministros, líderes locales, militares, representantes de grupos religiosos, de partidos políticos, de la sociedad civil o de grupos profesionales… y a la cita no podían faltar delegaciones de los dos grupos armados principales: los musulmanes de la Seleka y las milicias anti-balaka.
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