Father Johnson Antonysamy es desde 2011 el director de Surabi, es decir, el director ejecutivo de todos los proyectos de los salesianos tamiles del Sur
(Lucía López Alonso, enviada especial a Tamil Nadu).- Tengo en mis manos un archivador lleno de fichas. Son perfiles: preguntas seguidas de huecos rellenos de respuestas. Me doy cuenta de que cada una tiene una letra distinta, pero idéntico temblor. No me interesa la procedencia, pero sí me detengo en la casilla de las aficiones y en la de las expectativas. «Dibujar», «fútbol», de nuevo las aficiones son variadas; «Estudiar mecánica», «Apoyo educativo», «Llegar a ingresar en un college»; de nuevo las íntimas demandas son las mismas.
Educación. Eso es lo que les piden a los salesianos de Tamil Nadu los chavales que pasan a formar parte de su Don Bosco Reach out Program for Young at Risk, un hogar de tránsito -short stay home- en Chennai para jóvenes que han tenido problemas con la ley, habiendo estado en prisión la mayoría de ellos. Este proyecto tiene como fin la facilitación de su reinserción en la sociedad y como acompañantes de los muchachos a Father Vicent Xavier y a Father John Sagayarag. Los chicos cuidan de la granja que les rodea mientras estudian y poco a poco van tomando espacio también en la sociedad.
El 35% de ella, de la sociedad que está ahí fuera, vive bajo el umbral de la pobreza, come una vez por día. El 40% tiene un lugar en condiciones pésimas dentro de un slum y sólo el 15% lleva una vida similar al europeo de clase media. El 10% es millonario. Por eso los salesianos trabajan también en los slums: no sólo se ocupan especialmente de que los jóvenes, huérfanos, semihuérfanos…no queden abandonados, sino que atienden a las familias más empobrecidas «in the spirit of the education for all».
Visito, por ejemplo, el DBSSS (Don Bosco Social Services Society), donde se educa una de las secciones más marginadas de la población: los niños van a la guardería y la escuela y las mujeres asisten a clases, organizadas de nuevo en «self help groups» y en grupos de acción cívica de entre doce y veinte personas. Algunas, después de aprender a coser, abren su tienda de ropa y accesorios; otras venden dosai por las calles. Su vida cambia cuando su ilusión se ve restaurada.
In the Don Bosco way
Father Johnson Antonysamy es desde 2011 el director de Surabi (Strategic Urban Rural Advancement Backing Institute), es decir, el director ejecutivo de todos los proyectos de los salesianos tamiles del Sur. Me enseña los planos de la casa que están construyendo para una de las mujeres que conocí en Polur, una fantástica escultora. Construyen casas para dalits y thurumbars.
Después me habla de un colegio en Dharmapuri, de un proyecto de agricultura sostenible en otra zona rural, después de terapia conportamental, pues también los salesianos tienen en Chennai el Niraivagam, instituto Don Bosco de servicios psicológicos.
Me habla de los centros juveniles donde organizan clubs de lectura y otras actividades que tienen en cuenta las necesidades especiales de cada usuario, de sus centros de estudios nocturnos, del Deepagam (centro catequético Don Bosco) y más tarde de sus residencias para la tercera edad; de los programas de apoyo a comunidades gitanas y dalits… Porque cada proyecto está en su mesa, cada proyecto cuenta con la labor de coordinación y posterior difusión de Fr. Johnson Antonysamy y el equipo de Surabi. La diversidad es el modo existencial de la India y los salesianos no quieren abolirla -que haya de todo en la viña del Señor; celebrate every colour– pero sí quieren contribuir a que ese ritmo de la vida en su región sea más bonito siendo más digno.
Su modus operandi tiene nombre y apellidos: Participatory Strategic Planning, esto es, involucrar al beneficiario en todos los niveles del desarrollo del proyecto, incluida su evaluación. Los primeros pasos de Surabi tuvieron lugar en Pannur en 1994 y hoy conozco a Mark, el supervisor de la cocina del SIGA (Salesian Institute of Graphic Arts) de los salesianos de Chennai.
No sólo le dieron un trabajo, sino que Mark es el testimonio de la atención integral que los salesianos ofrecen a quien lo necesita: nunca conoció a sus padres, siquiera sabe en qué parte del estado nació, y fue criado entre fathers y sisters. Ellos le formaron con algo más que libros de texto: Mark toca el órgano, el acordeón y canta para dar las gracias por la familia que hoy tiene esperándole en casa. Cuando se casó, me cuenta, a su boda acudieron más de setenta consagrados.
Porque ser salesiano entraña afirmaciones radicales: tener muchos hijos y no descuidar jamás a ninguno. Esta semana se estrena una nueva tamil movie y el cartel presenta a un niño, una profesora y un bolígrafo. Todo lo necesario para el triunfo del primero. Enséñame a pensar y podré sobrevivir. Porque todo se realiza por referencia en el carácter de los niños y jóvenes, Abdul Kalam dijo conocer las tres claves sociales para construir un futuro mejor: «el padre, la madre y el profesor». Surabi es el sueño de un salesiano; el sueño de ser las tres cosas a la vez.
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