Demos gracias a poder tener este nuevo estilo de Iglesia y no estar encerrados solo en lo que nosotros queremos
(Jesús Bastante).- La Editorial Edelvives, junto a Escuelas Católicas y las Delegaciones diocesanas de Enseñanza, organizaron en mayo unas jornadas de formación para profesores de religión en varias ciudades de España, que se llamaron «In and Out: Te doy la Palabra». Para ellas contaron con la presencia de Ricardo Grzona, un experto argentino en la formación de maestros y catequistas y actualmente presidente de la Fundación Ramón Pané.
Hoy nos acompaña Ricardo Grzona. Buenos días.
Hola buenos días y muchas gracias por invitarme a tu programa.
Estás en España, invitado por Edelvives para una serie de jornadas. Cuéntame un poco.
Las jornadas se llaman «In&Out», un término anglo que quiere decir adentro y afuera. Es decir: vernos hacia adentro para ver qué podemos dar hacia afuera. Es una iniciativa de Edelvives, para la que que también ha llamado a otros conferencistas.
En mi caso, me han contratado para hablar de religión con catequistas y con agentes de pastoral. Tenemos un largo recorrido por muchas ciudades de España, donde Edelvives quiere presencia. Nuestro objetivo es apoyar al profesorado para hacer más eficiente su servicio y su trabajo.
¿Por qué en la Iglesia parece complicado dejar de mirar hacia adentro y mirar hacia afuera?
El papa Francisco nos dice que uno de los grandes problemas, y lo dijo desde el primer día, es la autorreferencialidad. Insiste mucho.
Mirarnos el ombligo.
Sí, pero en este caso se trata de mirarnos para descubrir todo el potencial de cosas que podemos hacer. Eso sería el «in».
Y el «out», se refiere a que tenemos que ver hacia dónde nos estamos dirigiendo. Porque es muy posible que en estos momentos estemos pensando en una sociedad ficticia, que ya no existe. Sobretodo las personas que tenemos un poquito más de edad. Nos acordamos cómo nació en nosotros el estilo de la fe y la vida de la fe, y quisiéramos repetir un poco eso.
Pero ya no se dan por entendidas determinadas cosas con las que nosotros crecimos.
Exacto. Por ejemplo, tú sabes que en la industria se decía: si usted hace lo que hizo siempre, obtendrá lo que siempre obtuvo. Sin embargo, hoy no es así porque uno sigue haciendo las mismas cosas, pero los que han cambiado son los receptores. Y nosotros no hemos entendido el mundo cultural moderno, postmoderno y lo último, que los filósofos y los antropólogos no saben ya cómo llamarlo, y le han llamado la post-postmodernidad.
Lo virtual, que no sabemos qué determinada realidad tiene.
No sabemos qué tipo de realidad vive la persona, ni dónde está. Con estas jornadas lo que pretendemos es saber cómo mirar al entorno, y poder ofrecer a la gente una respuesta más adecuada, para que sea lo más parecido al proyecto de felicidad que Dios tiene para cada uno.
¿Jesús y el Evangelio siguen siendo respuestas válidas para la sociedad de hoy? Parce que se siente la Iglesia como una Institución caduca en poca sintonía con la sociedad actual, por los valores que defiende. Y sin embargo, de la fe y de Jesús pensamos que es un camino de siempre.
Todo eso lo dice una de las cartas del Nuevo Testamento: Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Y en este tema que tú estás tocando consistiría justo lo que nosotros queremos hacer. Eso mismo, que fue válido hace mucho tiempo, tiene una vigencia y una novedad, y una respuesta a todos los cambios culturales.
Si uno se pone a ver un poco la historia de estos cambios, desde la época de Jesucristo hasta la nuestra, ve que hoy estamos en un cambio de muchas eras simultáneas. Tal vez no hemos entendido: hay distintas corrientes de distintas eras. Y hay gente que puede pasar de una era a otra sin darse cuenta, porque un día leyó un libro nuevo o vio una película nueva. Hoy día la cultura se mide mucho por el cine. En una hora y media te cambian una visión de golpe. Y eso es lo que tiene de interesante. Por eso soy insistente en que tenemos que estar con el oído siempre atento a todos estos cambios culturales.
Hace dos años, en Europa no tenían el fenómeno de la migración que tienen en este momento. No se pueden cerrar los ojos ante esto. Evidentemente, lo que hacíamos hace dos años, ante este fenómeno nuevo no vale. El neoterrorismo, hace unos años era una cuestión controlada, se sabía quiénes eran y por qué actuaban. Hoy en día no se sabe.
Encuentro dos problemas para esa actualización de mensaje. Uno «in» y otro «out». El «in» son las resistencias a cualquier cambio. Y hacia afuera, que quizá la Iglesia no tiene nada que decir. O no lo tiene que decir desde una posición, al menos en Europa, de superioridad. ¿Cómo afrontamos esos dos problemas?
Con el de dentro, estoy de acuerdo con lo que dices. Muchas veces queremos encerrarnos en unas posturas, sobretodo, del gusto por el pasado. Hay a quienes les gusta mirar el legado cultural que hemos dejado. Todo eso es innegable, pero no se puede vivir de las glorias pasadas. Así han surgido muchas instituciones dentro de la Iglesia, que miran más hacia un pasado donde la Iglesia tenía una injerencia social y política. Y no podemos hacer juicios sobre la historia, los sucesos pasaron en un momento concreto en el que había una mentalidad concreta. Esos juicios son malos en el sentido de que nos cambian la forma de entender la verdadera realidad.
Por otro lado, en el «in» de mirarnos a nosotros, queremos ser tan esnobistas que queremos ir más adelantados de lo que va el ritmo de la sociedad. Y pensamos en imponer cosas nuevas que a lo mejor no funcionan. Hay cosas en la Iglesia que siempre tendrán que tener un punto clásico. Un punto de partida y otro de defensa. Por ejemplo, la Iglesia siempre va a defender la vida, desde el punto de vista desde donde lo veamos. El Papa se lo está repitiendo siempre a los jóvenes. Desde su concepción hasta su muerte natural. Nosotros no podemos meternos en esto porque no es un plan nuestro. Por más que haya quien quiera apoyar el aborto, no podemos estar de acuerdo.
A lo mejor sí es cierto que solo hemos hecho hincapié en las puntas de la vida, y no tanto en la defensa del día a día.
Del trabajo digno.
De los que se mueren de hambre.
En esto hay que ser clarísimo, la vida va de una punta a otra, pero tiene todo un medio, en el cual todos los seres humanos que estamos vivos deberíamos tener las mismas oportunidades.
Y esto es innegable. Aquí entraría cual va a ser la responsabilidad social de una persona que se dice cristiana, tiene como base de su vida el Evangelio, y empieza a tener concepciones de valores que no son los cristianos.
Partamos de la base del individualismo. De lo que la sociedad nos presenta como lo más importante de nuestra vida. «Mientras yo esté bien y tenga todas mis necesidades cubiertas, los demás no me importan». Esta concepción, viéndonos hacia adentro debería llamar nuestra atención. Nosotros, hoy, adolecemos de responsabilidad social.
Corresponsabilidad.
Eso es. Somos responsables unos de otros. Desde la vida engendrada hasta la muerte natural, pasando todas las etapas. Y sin olvidar que hay que mirar a otros lugares.
Las periferias, que dice Francisco.
Sabes que es la primera vez que un papa habla de esto. Él lo viene diciendo desde hace muchos años en Argentina: «la periferia de la vida».
Esta periferia puede ser una persona que está en la Universidad. Este estudiante, que tiene su vida socio-económica solucionada, pero interiormente está lejos de la realidad. Y a él también nosotros quisiéramos decirle que hay un mejor estilo de vida, una vida más cercana a la felicidad. Si uno se pone a ver para qué nos hizo Dios, se da cuenta de que nos hizo para seamos felices. El problema llega cuando nos equivocamos de camino y queremos buscar la felicidad lejos de donde está.
Conozco el caso de un colega que pidió irse de misión. Él venía de México, estuvo en una posición muy acomodada, y llegó un momento en que se fue a una aldea en Honduras. Y las cartas que manda, y la fotos, son de la persona más feliz que uno puede haber visto nunca. Dejó un trabajo muy bueno. Era gerente de una empresa y lo dejó para irse allá un año. Cuando le digo que cómo se le ocurrió dejar ese trabajo tan bueno, me dice que se siente nuevo. Y me hace recordar a un gran español, san Francisco Javier, cuando les escribe a sus compañeros en la Sorbona y les dice: ustedes no sabrían la verdadera felicidad que insiste en poder comunicar lo más importante, que es la fe.
En estas charlas-coloquio que vas a tener, buena parte del auditorio son profesores de religión. Supongo que conoces la situación complicada que tienen en España respecto al resto de los docentes. ¿Has tenido algún feedback con ellos? ¿Qué armas se les puede dar a estos profesores de religión para que trabajen en este ambiente educativo? Porque se trata de dar religión, no catecismo.
Armas no hay. Hay posibilidades de reflexión. Creo que nosotros no podemos dar una solución. Y menos yo, que vengo del extranjero. Pero sí puedo ayudar a reflexionar. Ayer, me plantearon ese problema en Valencia. Lo que tú dices está reflejando una situación. Los horarios, por un lado. Y la falta de respeto de los alumnos, que al ver que tienen un profesor al que se trata de segunda categoría, no lo toman en serio.
La clase de religión en España se considera «maría». Algunos se apuntan porque es fácil de aprobar.
Ese es el tema y el desafío. Nosotros tenemos que pensar que detrás de cada persona que viene a nuestras clases, hay una posibilidad. Alguien que puede crear un nuevo estilo de vida.
A Thomas Alva Edison, lo echaron de la escuela porque era mal alumno. Le mandaron una carta a la madre diciendo: no podemos con su hijo, porque es un bruto. Imagínate.
Detrás de cada persona que está con nosotros, hay alguien a quien (hablando religiosamente) Dios nos confía. Porque puede hacer un cambio en la sociedad enorme.
Si nos ponemos a ver la vida de personas que han sido algo importante, siempre encontraremos alguien a quien, en algún momento determinado, le dijeron una palabra o le dieron una idea que caló en su corazón y comenzó un proceso de transformación de vida.
La importancia de los maestros.
El maestro es insustituible. Tú, puedes aprender muchos conceptos y procesos complejos. Pero el problema es la vivencia detrás del concepto.
Durante muchos años trabajé en educación en valores. Acabo de abrir un programa nuevo, pedido por el papa Francisco, esta vez para la familia. Pero cuando uno habla del tema con los maestros, se da cuenta de que nos hemos centrado en una cosa que no existe. Los valores no existen. Y no existen porque nadie puede comprar un kilo de libertad o un metro de justicia.
Los valores, siempre son conceptos tan abstractos que me los puedo saber todos sin vivir ninguno. El proceso es, cómo pasar de la potencia al acto, que se llama virtud. Y cómo ser personas virtuosas. Y aquí, la presencia física y testimonial de un maestro es insustituible.
En este sentido, Francisco está dando el ejemplo que algunos pensábamos que faltaba. El de ser testigo y maestro, además de mandatario. De coherencia entre lo que dice y lo que hace.
Conozco a Jorge Bergoglio desde el año 1977, en que fue mi director espiritual. Puedo atestiguar que ese estilo de vida, no es de ahora. En el Colegio Máximo era rector y, sin embargo, los domingos se llevaba un gran canasto con los calcetines de los estudiantes que habían jugado al fútbol. Los llevaba a lavar y los tendía. Eso lo hacía por la mañana temprano. Después se iba a las misas en los barrios de las afueras del colegio, habiendo hecho un trabajo muy sencillo. Él no le ha tenido miedo a hacer esto, ni a vivir en una casa como Santa Marta. Ni a servirse su desayuno. A este tipo de actitudes, que no le cayeron bien muchas personas.
Lamentablemente, (aquí se puede hacer un juicio histórico) las relaciones entre la Iglesia y el Estado en algún momento fueron de una connivencia muy fuerte. Y los privilegios que les dio el Estado a los dignatarios de la Iglesia, confundieron.
Ahora, afortunadamente, como dice el Papa, no queremos obispos que deseen ser príncipes. Queremos gente que esté al servicio. Y yo se lo digo al profesor de religión: «el profesor de religión no está más arriba». No viene a dar solamente una instrucción religiosa de algo que él conoce. Viene a compartir una vivencia que le será útil a algún alumno en un momento dado.
Me encontré después de 30 años con un alumno mío en Estados Unidos. Contó una anécdota que yo había olvidado, y que lo marcó para toda su vida. Es decir, lo que uno puede hacer con su testimonio, marca para toda la vida. Yo estoy tan contento. Para mí ha sido un gran desafío venir de América Latina a compartir experiencias con el profesorado y los catequistas españoles de lo que nosotros hemos hecho allí. Y también contento de lo que podemos aprender de aquí. Y lograr que nuestros alumnos vayan creciendo. Ayudar a que tomen decisiones lo más correctas posibles. Las más cercanas a los valores que nos hacen seres humanos.
¿Tú crees que el Papa está convencido de que las reformas que está impulsando tienen caminos para llevarse a cabo. O es una tormenta de verano y su sucesor volverá a dejar las cosas como están?
Esto es una opinión muy personal: el Papa está actuando de acuerdo a lo que se hizo en el pre-cónclave. Los cardenales, se reunieron en un pre-cónclave a hacer un análisis y una revisión de la Iglesia. Y entre todos, tomaron ideas de lo que debía hacerse.
Eligieron al cardenal Bergoglio, que tomó el nombre de Francisco en honor a Francisco de Asís. Y él, lo primero que hizo fue convocar a ocho cardenales de distintos continentes para que lo asesorasen. Esto estaba en el pre-cónclave. Y no realiza ningún cambio sin la asesoría de estos ocho cardenales.
El coordinador es Óscar Rodríguez, cardenal de Tegucigalpa. Se añadió después el cardenal Parolin, como Secretario de Estado, que no había todavía. Fue la primera acción del Papa. Le pidieron un equipo de asesores y lo creó. Obviamente nombró personas de su confianza.
Y representativas de lo que podría ser la Iglesia universal.
Las reformas que se están llevando a cabo han sido pensadas y meditadas. Los cardenales también las discuten en sus continentes y en sus eventos. Preguntan, y traen respuestas. Estas reformas que se están haciendo en la Iglesia, responden a demandas muy urgentes. Que eran necesarias. Por ejemplo, en el Vaticano, había una sola secretaría, que es la Secretaría de Estado.
El Papa, al año, crea la Secretaría para las Cuestiones Económicas y nombra personas laicas. Porque es evidente: hay asesores eclesiásticos, pero son sacerdotes que pasaron por unos estudios de Filosofía y de Teología, y no tienen por qué saber de finanzas. Entonces, llama a financistas católicos que tengan valores, para ayudarle a revisar lo que había en la banca.
También crea la Secretaría de Comunicaciones, porque había muchos organismos, pero cada uno por su lado.
En breve, posiblemente vienen nuevos cambios de reunificación.
De Dicasterio.
De Dicasterios romanos que están más acordes. El mundo necesita un estilo diverso de cómo la Iglesia ejerce su pastoral.
Lo que viene a ser la sinodalidad.
Este tema es muy importante. Uno se pregunta el por qué de la relación continua del Papa con otros grupos cristianos. Yo pienso que porque mira hacia un futuro donde haya una sinodalidad cristiana. Una mesa en la que podamos sentarnos a dialogar todos, anglicanos, luteranos, evangélicos, ortodoxos, los coptos… Una Iglesia común cristiana. Respetando las tradiciones.
He escuchado muchas críticas a estos diálogos. Por ejemplo cuando el Papa iba a México, y bajó en Cuba a encontrarse con Kiril, que estaba allí. Él había tenido contacto con Atenágoras, el anterior patriarca. Pero no con la comunidad ortodoxa rusa. Esto significa que estamos abriéndonos a una sinodalidad. No podemos seguir cortándole las alas al que no piensa como nosotros, sino poder tener una apertura hacia una Iglesia que mira con alegría y esperanza al mundo entero. Esto es bueno decirlo: la Iglesia ama a todas las personas sin distinción. Demos gracias a poder tener este nuevo estilo de Iglesia y no estar encerrados solo en lo que nosotros queremos.