No enumero directivas específicas que tienen como fin denegar este apoyo o aceso a la unción de los enfermos y la celebración de funerales
(Cameron Doody).- «La Iglesia católica acompaña a la gente en cada etapa de su vida, y esto lo hacemos en diálogo con cada persona y cada familia que desee que se le acompañe». Con estas palabras el cardenal arzobispo de Quebec, Gerald Lacroix, rechazó la semana pasada las nuevas pautas adoptadas por los obispos de Alberta y los Territorios del Noroeste de Canadá que deniegan un funeral católico a los que escojan acabar con sus vidas por medio del suicidio asistido o de la eutanasia.
«No enumero directivas específicas que tienen como fin denegar este apoyo o aceso a la unción de los enfermos y la celebración de funerales», aseveró Lacroix en una nota de prensa publicada el jueves pasado. Cada uno goza de una «dignidad incondicional a ojos de Dios», recordó el cardenal, aunque sí aprovechó para recordar que es por eso que «siempre optaremos por que los cuidados paliativos siempre estén accesibles para todos en vez de la eutanasia».
Los obispos de Alberta y los Territorios del Noreste habían adoptado, a mediados de septiembre, una nueva serie de normas pastorales que parten de la base de que la eutanasia es una «violación grave de la ley de Dios». Argumentaron no solo que el juicio del que desea terminar su vida puede estar alterado debido a los efectos «de la depresión, de medicamentos o de presión ejercida por otros», sino también que sería «verdaderamente escandaloso» si un funeral se convirtiera en una celebración de la decisión de uno de quitarse la vida por medios artificiales.
Lacroix se suma, en su rechazo de tales pautas, al repudio expresado también por el arzobispo de Montreal, Christian Lepine, quien ha indicado también que no tiene la intención de pedir a los sacerdotes de su diócesis que las pongan en práctica.
Las opiniones de los obispos en ambos lados del debate sobre la eutanasia vienen después de que el Parlamento nacional aprobara una ley en junio que legalizó el suicido asistido en determinadas circunstancias: una situación que los obispos canadienses están de acuerdo en que presenta «nuevos retos pastorales» para la Iglesia del país.