La policía del estado de Victoria sigue investigando al Prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede después de que dos hombres le acusaran en julio de haberle tocado de forma inapropiado en la piscina municipal
(Cameron Doody).- Robert Richter es uno de los abogados más famosos de Australia, por haber ayudado a uno de los mafiosos más importantes del país a evitar una condena por asesinato. Ahora, el cardenal George Pell podria haberse sumado a su lista de clientes, con motivo de la investigación sobre la presunta conducta inapropiada del prelado en Ballarat en la década de los 70.
La policía del estado de Victoria sigue investigando al Prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede después de que dos hombres le acusaran en julio de haberle tocado de forma inapropiado en la piscina municipal. Otro hombre también denunció en aquel momento que vio a Pell desnudarse ante tres niños de corta edad en otra ocasión en el vestuario de la misma piscina.
El Weekend Australian informó este sábado que Pell ha recurrido a los servicios del letrado Richter para defenderse ante las denuncias en su contra, que una portavoz del prelado calificó al periódico como «calumnias». «El cardenal reiteró su rechazo total y absoluto de las acusaciones de abusos sexuales contra él en cualquier momento», señalaron estas fuentes. «También está considerando emprender acciones legales contra las organizaciones que promuevan estas difamaciones».
La portavoz de Pell no quiso confirmar hasta qué punto el cardenal ha involucrado a Richter en su defensa, pero el mero hecho de que haya consultado al abogado demuestra el grado de preocupación que guarda ante el progreso de la investigación.
Aunque Richter ha actuado para un puñado de personajes controvertidos en su carrera, fue su defensa del mafioso Mick Gatto en 2004 la más famosa. Gatto -cuya historia apareció hasta en una serie de televisión sobre las guerras de los bajos fondos de Melbourne- fue acusado del asesinato del sicario Andrew «Benji» Veniamin. Gracias a la astucia de Richter, no obstante, pudo probar que actuó en defensa propia al disparar el arma que acabó con la vida del matón.
Por su parte, la policía victoriana -criticada por Pell por haber filtrado detalles de la investigación criminal aún en curso- se limitó a confirmar al periódico que las pesquisas «continúan».