El islam extremista es la principal amenaza a este derecho tan fundamental, aunque hay otros peligros, como el comunismo de China o de Corea del Norte
(Cameron Doody).- Una de cada tres personas en el mundo vive en un país sin libertad religiosa. Es la alarma que suena Ayuda a la Iglesia Necesitada en su Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2016, presentado este mediodía en la sede madrileña de AIN a cargo de Javier Menéndez Ros, director de la Fundación Pontificia en España, y monseñor Jean Abadou Arbach, arzobispo melquita de Homs, Siria.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos define la libertad religiosa como la prerrogativa de cada uno de tener, mantener o cambiar sus creencias religiosas, tanto en privado y en público como individual y colectivamente. Aún así -definido tan claramente y consagrado en esta Declaración de la ONU- el derecho a la libertad de culto no se respeta en 38 países de los 196 analizados por AIN.
«La libertad religiosa es un barómetro de otros derechos fundamentales», según afirmó Javier Menéndez Ros, en el sentido en que donde falta normalmente se le acompaña algún límite a la libertad de expresión, por ejemplo. Pero lo que preocupa aún más, según explicó, es que desde el año 2014 hasta este 2016, la Fundación ha notado un «empeoramiento serio y un aumento de intensidad» de los ataques a creyentes alrededor del mundo: el principal motivo de la presentación del informe esta mañana en una veintena de países y en siete idiomas diferentes.
Las cifras no son precisamente alentadoras. El 20% de los países del mundo sufren graves violaciones contra la libertad religiosa. El islam extremista es la principal amenaza a este derecho tan fundamental, aunque hay otros peligros, como el comunismo de China o de Corea del Norte.
Uno de cada cinco países ha sufrido un ataque perpetrado por musulmanes radicales. Uno de cada seis cristianos vive en un país sin libertad religiosa, lo que equivale a un 75% de todas las personas de fe perseguidas o discriminadas en el mundo. Para decirlo de otra forma: hay un total de 334 millones de cristianos activamente perseguidos y otros 60 millones que sufren discriminación.
El de monseñor Jean Abadou Arbach, arzobispo melquita de Homs, Siria, es el «rostro humano» que AIN ha querido poner a la tragedia, en palabras de Menéndez Ros. «La persecución religiosa empezó con Jesucristo, y ahora todo vuelve a ser lo mismo». Así de claro se manifestó el prelado en su denuncia de la vía crucis que viven sus compatriotas.
Algo de este calvario se deja ver en el número de cristianos que han huido de la guerra que sigue librándose en el país –el 85% del rebaño que había anteriormente en Alepo, por ejemplo– o en los 420 mártires de la fe que se han producido en la diócesis de Homs, según la estimación de monseñor Abadou Arbach.
«Informar, orar, ayudar». Es la receta que ha dado el prelado ante tan trágica situación de persecución, que puede producirse o bien por la guerra o bien por otros medios. «Nadie sabe cuándo vendrá la salvación, y por eso se necesita muchas oraciones». El Papa Francisco, recalcó el prelado, no nos cansa de recordar que «la paz es posible»: pero si queremos llegar a ella hay que concienciar a los gobernantes y ciudadanos del mundo que la libertad religiosa no es solo un derecho humano fundamental sino también un pilar fundamental de la convivencia política y social.
En lo tocante a nuestro país, AIN denuncia que «el acceso en las últimas convocatorias electorales de partidos políticos situados en la parte más izquierdista y radical del espectro político español a ámbitos de poder más amplios tanto en la administración autonómica como en la local, tiene para la libertad religiosa consecuencias importantes, al trascender del campo de lo meramente social al de lo estatal».
Así, tras recoger algunos «ataques a la libertad religiosa» (desde el «asalto» a la capilla de la Complutense a los tuits del concejal Zapata, pasando por las acusaciones por delitos de odio contra prelados como Reig Pla o Demetrio Fernández), el informe denuncia «el apoyo con fondos y medios públicos a lo que constituyen auténticos ataques a la libertad religiosa».
Finalmente, «en lo tocante a libertad religiosa en España, cabe hablar de un panorama de cierta intolerancia, muy focalizada en los ámbitos de lo que se da en llamar ‘la izquierda’, que recupera una vieja seña de identidad abandonada en los últimos tiempos cual es el la del anticlericalismo, disfrazada bajo términos como ‘laicismo’, ‘separación Iglesia-Estado‘, con manifestaciones más intensas en los ambientes donde esos partidos tienen mayor implantación, y sin episodios, en el período que se analiza, de atentados terroristas significativos, aunque sí de un creciente vandalismo y odio anticlericales».
La preocupación, añade el texto, «es doble. Por un lado, España se halla en una situación que cabe definir como de ‘pendiente resbaladiza’, en la que los ataques a la libertad religiosa se multiplican de manera exponencial». Por el otro, «la radicalización en lo referente a libertad religiosa del principal partido de la izquierda española, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y el crecimiento y auge de una izquierda mucho más radical y anticlerical, representada en Bildu, Compromís, las Mareas gallegas y las distintas marcas electorales de Podemos, los cuales acceden a ámbitos de poder que hasta ahora no habían tenido, permiten presagiar que la situación de la libertad religiosa en España pueda empeorar sustancialmente en los tiempos venideros«.