Políticamente, un buen obispo debe respetar la Constitución, respetar la ley, y amar fervientemente a la patria socialista
(Cameron Doody).- Entre los nombramientos que surgieron de la novena Conferencia Nacional de Representantes Católicos de China, clausurada el pasado 29 de diciembre, hay dos que llaman especialmente la atención. La colocación de un hombre y una mujer laicos en la cúpula de la Iglesia «patriótica» del país añade otro elemento de intriga en las ya complicadas relaciones entre Pekín y Roma.
Tal como recogió La Croix, todo parece indicar que Anthony Liu Bainian -un laico de 83 años- seguirá como presidente honorífico tanto de la Asociación Patriótica Católica como de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de China, los dos organismos que componen el liderazgo de la Iglesia oficial. Shi Xueqin, por otro lado -una laica de la provincia de Fujian- ejercerá como la primera vice-presidenta de la Asociación Patriótica.
Aunque en el encuentro no se abordó expresamente la cuestión de la continuidad de Liu, su presencia en primera fila en las reuniones del Congreso da a pensar que seguirá contando con el beneplácito de las nuevas autoridades. Muestra del poder que Liu ejerce es que tanto el nuevo presidente de la Asociación Patriótica –Fang Yingxao, el obispo de Linyi- como el nuevo responsable de la Conferencia Episcopal –Yang Yongqiang, el obispo de Zhoucun- vienen de la misma provincia que él. Un hecho que pone en evidencia también las buenas relaciones que Li mantiene con el régimen comunista.
La gran influencia del laico en los asuntos eclesiales, no obstante -por encima, incluso, de la de sus obispos- se remonta hasta mucho antes de esta última Conferencia. Aupado al poder por primera vez en 1952 -en el primer Congreso de Representantes Católicos- tal ha sido su peso en la comunidad católica oficial en las siguientes décadas que se le ha llegado a apodar el «Papa Negro de China».
«El Señor necesitó un puente entre la Iglesia en China y los que ostentan el poder político», dijo Liu a la NPR en 2010. «Yo soy la herramienta mandada por el Señor para que lo tenga». En 2012, hablando con el International Business Times, delineó las características que para él hacen un buen obispo.
«Ama a su país y a su religión», apuntó Li en aquel momento. «Políticamente, debe respetar la Constitución, respetar la ley, y amar fervientemente a la patria socialista». Cabe recordar que el tema de los nombramientos episcopales -si corresponden a Pekín o al Vaticano- ha sido uno de los puntos más controvertidos en la reciente ronda de diálogo bilateral. Cuestión que tampoco se resolverá fácilmente en tanto en cuánto Liu continúe como el poder en la sombra.
Al igual que el de Liu, el otro nombramiento realizado en la Conferencia que llama la atención es el de Shi Xueqin, la primer mujer laica en ser vice-presidenta de la Asociación Patriótica.
Como matiza La Croix, su designación no responde a la llamada del Papa Francisco a que las mujeres asuman de forma más activa y a más alto nivel las responsabilidades de la administración de la Iglesia. Más bien lo explica un deseo del comité gubernamental de asuntos religiosos, que recalcó en un informe publicado en septiembre que candidatos para altos cargos en la Iglesia estatal deben poseer una «conciencia política» y un «conocimiento religioso, moralidad y rendimiento notable». Calidades todas que habrá demostrado Shi en su trabajo como profesora de la Universidad de Xiamen, pero que chocan en cierto grado con lo que el Vaticano valoraría en una potencial interlocutora.