No hay ninguna razón que a la decisión correcta no se pueda llegar entre doce ciudadanos corrientes quienes han sopesado minuciosamente las pruebas presentadas al tribunal
(Cameron Doody).- El cardenal George Pell gastará once mil dólares al día -casi siete mil euros y medio- en su defensa de cargos de abusos sexuales de menores. Además de lo que cueste desplazarse de Sídney a Melbourne cada vez que lo requieran los tribunales. La cifra astronómica de sus costes legales se debe a que el ex-Prefecto de la Secretaría de la Economía de la Santa Sede ha contratado los servicios de un abogado, considerado como el mejor de Australia, y conocido como el «barón rojo», Robert Richter.
El prepuesto para la defensa del purpurado australiano -al quien el Papa Francisco dio una excedencia de su trabajo en el Vaticano para que pudiera defenderse de las acusaciones- lo dio a conocer la cadena local, 9 News. Richter, su abogado defensor, ha cosechado cierta fama en Australia a causa de haber defendido -con más o menos éxito- a algunas de las personalidades más odiadas en el país, como los homicidas el mafioso Mick Gatto, el policía corrupto Cliff Lockwood o el asesino en masa Julian Knight.
Según fuentes consultadas por 9 News, por su exitosa defensa en 2004 del cargo del asesinato que pesaba sobre él, Richter habría facturado a Gatto casi medio millón de dólares, lo que justifica la estimación de sus costes en el caso de Pell. Y aunque estos costes presuntamente serán asumidos por un grupo de fieles que han creado un nuevo fondo a tal fin, la cifra de once mil dólares australianos al día no deja de chocar que sea asociada a un hombre de la Iglesia.
Richter «es el Rolls Royce de abogados criminales defensores», declaró al medio australiano un conocido suyo, George Balot. El «barón rojo» es un lector ávido que «adopta hábilmente estrategias del libro famoso El arte de la guerra de Sun Tzu en las batallas que libra en los tribunales», afirmó Balot, quien añadió que el trabajo de Richter en la defensa de Gatto fue «una genialidad absoluta», y que «es extraordinario lo bueno que es».
«Pese a que sus clientes no son siempre muy populares, sus resultados son un testimonio de su habilidad legal y le ganan el respeto de la comunidad entera», dijo Balot. De hecho, Gatto estuvo tan contento con la actuación de Richter en su juicio que tras su absolución se tatuó el nombre del prestigioso letrado en su pecho.
Dudas sobre si Pell puede tener un juicio justo ante un jurado popular
Mientras Pell prepara su defensa con Richter, algunos abogados experimentados del estado australiano de Victoria, en cuya jurisdicción tendrá lugar el juicio de Pell, han expresado dudas de que el cardenal pueda recibir un proceso justo dado que los jurados populares son obligatorios en ese estado en las causas criminales.
Hablando con el periódico melburniano The Age, Peter Chadwick -letrado con más de tres décadas de experiencia a sus espaldas- alegó que la «ingente cantidad de publicidad» y «discusión» que el caso Pell ha merecido son «buenos argumentos» para un juicio ante un juez solo. El portavoz de la Alianza de Abogados Australianos, Greg Barns -aunque no quiso hacer declaraciones específicamente sobre el juicio del purpurado- concordó con Chadwick, y precisó a su vez que un procesamiento ante un juez «sería una protección añadida» si una vez llegara a incorporarse a la legislación estatal.
Dudas las de Chadwick y Barns que fueron rechazadas por el Instituto de Derecho de Victoria, organismo que a través de una portavoz afirmó que «los jurados son una parte crucial de nuestro sistema judicial y no hay ninguna razón que a la decisión correcta no se pueda llegar entre doce ciudadanos corrientes quienes han sopesado minuciosamente las pruebas presentadas al tribunal».
El Tribunal Surpremo de Victoria, el Tribunal del Condado y la fiscalía victoriana todos rehuyeron de hacer declaraciones. El cardenal Pell comparecerá en un tribunal de Melbourne el 26 de julio para iniciar su defensa de los múltiples cargos de abusos sexuales a los que se enfrenta, de los que siempre ha insistido en su inocencia.
«Espero con ansias mi audiencia en el corte», dijo Pell cuando compareció hace poco ante la prensa en el Vaticano para comunicar su decisión de volver a Australia. «Yo soy inocente de estos cargos. Las acusaciones son falsas. La mera idea del abuso es algo abominable para mí», sentenció el purpurado.