Cuando los privilegios, el poder y el predominio son más evidentes en la Iglesia que el amor, la humildad y la servidumbre, el Evangelio del propio Siervo Jesús está en riesgo
(Cameron Doody).- El obispo más «franciscano» de la Iglesia australiana, Vincent Long, de Parramatta, va de triunfo en triunfo en sus declaraciones tan llenas de sentido evangélico. Esta vez, sugiriendo en un acto público con seminaristas que el modelo anticuado «de un sacerdocio ensalzado, separado y elitista está agonizando», fenómeno frente al cual la Iglesia tiene que recuperar «la cualidad esencial… de Jesucristo el Siervo Humilde».
Tal y como recoge el Tablet, en un discurso en el oeste de Sídney sobre el futuro del sacerdocio después de que la Real Comisión anti-pederastia publique sus conclusiones a finales del año sobre los fracasos de la Iglesia australiana en cuanto a los escándalos de abusos sexuales, el obispo Long reconoció, así de francamente, que ahora mismo «es uno de los momentos más difíciles para ser cura» por «el enfado y la desconfianza» con la Iglesia que siente gran parte del público.
«Aún así», continuó el prelado de Parramatta, «también es uno de los momentos más emocionantes que a nosotros, como ministros y mensajeros del Evangelio, nos ha tocado el privilegio de vivir». Y eso, prosiguió, por la «oportunidad única de acompañar nuestro pueblo en un éxodo espiritual que yo creo conducirá a un nuevo amanecer para la Iglesia».
Pero para que brille con toda su luz este «nuevo amanecer» para el pueblo de Dios, advirtió Long, «tiene que haber un cambio actitudinal a cada nivel», el cual consistiría en «una conversión de mente y corazón que nos conforme al espíritu del Evangelio», que nos haga beber de la plenitud del «vino nuevo en odres nuevos», y no en un cambio «meramente cosmético» o lo que es peor, en un «repliegue hacia el restauracionismo».
Por decirlo de otra forma, lo que el obispo de Parramatta percibe como el reto de la Iglesia de hoy es recuperar la esencia del Evangelio de la «parodia de liderazgo y servicio» en la que se ha convertido y de la que la crisis de los abusos sexuales «es solo el punto del iceberg». «Cuando los privilegios, el poder y el predominio son más evidentes en la Iglesia que el amor, la humildad y la servidumbre, el Evangelio del propio Siervo Jesús está en riesgo«, adviritó el prelado.
Y frente a esta visión de la Iglesia que se aferra a los poderes y privilegios del pasado, Long propuso otra -esencial, dijo a su misión- en la que se abrace al máximo «el camino hacia la vulnerabilidad divina», en aras de ser un «cauce de compasión» que hable «la lengua de la esperanza a una humanidad rota», que encarne de verdad la debilidad de Cristo y que se ponga en sus huellas «firmemente al lado de los marginados y los más vulnerables».
«Como en las bodas de Caná, el vino viejo le ha servido bien a la Iglesia pero se está agotando», concluyó su discurso el obispo de Parramatta. «La anticuada forma de ser sacerdote, asimismo, ha servido la Iglesia que amamos. Pero aquel modelo de un sacerdocio exaltado, separado y elitista está agonizando, al menos en muchas partes del mundo, Australia incluida». No es sea, no obstante, ninguna razón por la alarma, porque «hay un vino mejor que el Buen Señor nos ha preparado».