LOS MONSTRUOS TAMBIÉN TIENEN INFANCIA, PAÑALES, CHUPETE Y BIBERONES

Los 10 tipos más malos de la Historia eran así de niños

Hay una gran brecha entre el egoísmo de un narcisista y el de un psicópata

Todos hemos sido niños, incluso esos personajes maléficos, consumidos por la maldad, que han causado un daño inmenso a la Humanidad: Hitler, Sadam Husein, Osama bin Laden…

Los monstruos, aunque cuesta creerlo, tuvieron infancia y eran así de ‘tiernos‘ y ‘cariñosos‘.

En apariencia, el ser humano está orientado biológicamente hacia la sociabilidad, hacia la empatía y el cuidado de los suyos. Solo así nos permitimos sobrevivir como grupo y avanzar como especie.

Sin embargo, si hay algo que sabemos es que la maldad humana existe y de hecho, ahora hasta conocemos ese origen común que lo explica y que los científicos han categorizado como factor D.

Hay una gran brecha entre el egoísmo de un narcisista y el de un psicópata, pero las investigaciones actuales muestran que todos los rasgos de personalidad negativos comparten el mismo núcleo oscuro.

Algunos, como el sadismo, dependen del dolor y la incomodidad de otras personas para su satisfacción personal. Otros, como el egoísmo, significan simplemente que es probable que una persona se ponga por delante a sí misma por delante de todo y todos los demás.

A pesar de estas diferencias y grados, todos se originan en el mismo núcleo oscuro, es decir, comparten la misma base psicológica.

Esta es la conclusión de un equipo de investigadores de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, la Universidad de Ulm y la Universidad de Koblenz-Landau, ambas en Alemania.

Estos investigadores han decidido llamar a este núcleo oscuro de donde nacen todos los rasgos negativos el «factor oscuro de la personalidad» o el «factor D» (‘dark’, en inglés), para abreviar.

El mal tiene muchos rostros.

Pero siempre, en este comportamiento hay algo más que el simple deseo de degradar, humillar, controlar y causar daño a nuestros propios semejantes.

En la historia, por ejemplo, tenemos sin duda a personajes tan oscuros como Ted Bundy o Andréi Chikatilo, a asesinos en masa como lo fueron Hitler o Stalin y también a esos que, como Charles Manson, fueron perpetradores del mal, personajes que impulsaron a otros a cometer violentos crímenes.

Ahora bien, la maldad es sibilina, silenciosa y a menudo no tan llamativa como las dramáticas historias que nos dejaron estos nombres ya míticos en la literatura de lo criminal.

Porque si hay algo que todos sabemos es que el mal se aprecia también en ciertas figuras más cercanas: en directivos de empresa, en las esferas políticas, en esos padres o esas madres que maltratan a sus hijos y hasta en esos niños que acosan, humillan y agreden a sus compañeros de clase.

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