Un clérigo polaco cumple tres años de prisión por abusar de cinco colegialas

Las víctimas de un cura abusador se sienten culpables: «Somos brujas… porque hemos acusado al sacerdote»

Los feligreses rechazan a los denunciantes y a sus familias... ¡creen a un pederasta condenado!

Las víctimas de un cura abusador se sienten culpables: "Somos brujas... porque hemos acusado al sacerdote"
Un clérigo polaco cumple tres años de prisión por abusar de cinco colegialas

Durante la misa, según Zezula, las personas se alejan o se niegan a darle la mano durante el ritual saludo de paz, por lo que ya no va a la iglesia

Un sacerdote católico del pueblo de Kalinowka en Polonia cumple tres años de cárcel por abusar sexualmente de cinco colegialas. Pero Marta Zezula, una madre cuyo testimonio ayudó a condenarlo, dice que son las víctimas quienes se sienten culpables.

«Somos brujas… porque hemos acusado al sacerdote», se lamenta Zezula mientras trabaja en su establo de la pequeña localidad del este de Polonia. Y es que muchos feligreses creen que ella y otras madres de las víctimas «condenaron a un hombre inocente», asegura Zezula.

Kalinowka, con unos 170 habitantes, está a poca distancia en automóvil de la carretera principal, pero la sensación es que la localidad es aún más remota. La iglesia de la Santa Cruz, construida en 1880, se asienta sobre una colina donde abundan tierras de cultivo y bosques llenos de ciervos.

Krystyna Kluzniak dice que la gente debería dejar de meterse con el sacerdote encarcelado mientras se apresura a entrar a la iglesia en una fría noche de noviembre.

«El cura fue maravilloso y lo extrañamos», sostiene.

 

 

 

 

El sacerdote, que no puede ser identificado debido a la ley polaca, ahora está de nuevo bajo juicio, acusado de abusar sexualmente de otro menor. Su abogado, Marek Tokarczyk, niega las acusaciones en contra de su cliente. «Necesitamos un juicio justo», asegura.

Escándalos similares han sacudido a la Iglesia católica y han dividido a las comunidades religiosas en Estados Unidos, Irlanda, Australia y otros países. Pero Polonia es una de las naciones más devotas de Europa, donde la mayoría de las personas se identifican como católicos y la Iglesia es ampliamente venerada.

Algunos sacerdotes participaron activamente en la lucha contra el comunismo y en 1989, liderada por un Papa polaco, Juan Pablo II, la Iglesia contribuyó al fin de la era comunista en muchos países.

La división sobre las acusaciones de abusos es particularmente extrema en este país, dice Marek Lisinski, director de «No tengas miedo», un grupo que defiende a las víctimas de los abusos en la Iglesia. Los feligreses a menudo se ponen del lado de los sacerdotes y aíslan a las víctimas y a sus familias, dijo Lisinski a Reuters.

 

En octubre del año pasado, «No tengas miedo» publicó un mapa que reveló la magnitud del problema y utilizó cruces negras para marcar los lugares donde 60 sacerdotes han sido condenados por abusos que se remontan a 1956.

Después de esto, según Lisinski, empezó a llamar gente para denunciar otros 300 casos de presuntos abusos cometidos por sacerdotes que no se habían presentado a la Iglesia o a la policía por temor a que sus acusaciones fueran rechazadas o puestas en duda.

El mismo mes, un tribunal de apelación polaco confirmó un fallo histórico que otorgó un millón de zlotys (unos 260.000 dólares) en compensación a una mujer que fue abusada por un sacerdote cuando niña.

Jaroslaw Gluchowski, un abogado en Poznan que representa a víctimas de abusos en la Iglesia, dijo que el fallo sentó un importante precedente.

«Estamos en un momento en que todas las víctimas en Polonia se están dando cuenta de que no están solas», dijo.

 

 

En una declaración de noviembre, los obispos de Polonia pidieron perdón a las víctimas de abusos en la Iglesia y dijeron que habían comenzado a recopilar datos para «identificar las causas de estos hechos y evaluar su magnitud».

El arzobispo Wojciech Polak dijo a Reuters que la Iglesia publicará sus hallazgos dentro de seis meses.

Polak alentó a las víctimas de abusos a hablar con sus obispos, quienes están «obligados a informar a la fiscalía todos los casos creíbles de los que tengan conocimiento».

También aseguró que sabe que el problema ha causado divisiones en algunas comunidades.

«Es responsabilidad de la Iglesia actuar de una manera que no cree divisiones sino que las cure», sostuvo.

Obispos de todo el mundo se reunirán en febrero con el papa Francisco en una conferencia en el Vaticano para hablar sobre la protección de los menores. Los organizadores de la conferencia han dicho que todos los sacerdotes deben rendir cuentas o la Iglesia se arriesga a perder credibilidad en todo el mundo.

El tema también podría tener ramificaciones políticas en Polonia, según Lisinski y otros observadores, ya que el país debe elegir un nuevo Parlamento en diciembre de 2019.

La Iglesia católica ha desempeñado un importante papel político en Polonia, por lo que sus 25.000 sacerdotes no solo son objeto de veneración sino también muy influyentes entre los votantes.

En diciembre, apareció un informe en Gazeta Wyborcza, un importante diario polaco, que contenía acusaciones de abuso sexual de una mujer, Barbara Borowiecka, contra el fallecido sacerdote Henryk Jankowski, una figura emblemática en el movimiento anticomunista Solidaridad.

El alcalde de Gdansk, el lugar de nacimiento de Solidaridad, pidió a la Iglesia que investigue las acusaciones. El arzobispo Polak, en tanto, dijo a Reuters que las acusaciones contra Jankowski «deberían ser investigadas por el bien de la Iglesia» y que es decisión del obispo de Gdansk abordarlas.

Reuters habló en Kalinowka con siete feligreses, la mayoría de los cuales defendió al retirado sacerdote. «Tengo un primo cuyo hijo fue a una de sus clases y no vio nada de eso», dijo Wieslaw Solowiej, un jubilado, en el exterior de la iglesia del pueblo.

 

 

Jolanta Zych, cuya hija de nueve años está entre las víctimas de abusos, aseguró que los vecinos rechazan a su familia. «Siempre saludo a la gente, pero algunos apartan la mirada», comentó.

Zezula, otra de las madres con la que Reuters habló, dijo que su hija se negó a alimentarse después del juicio. «No quería comer porque una mujer le dijo que el cura estaba en la cárcel por su culpa«.

Durante la misa, según Zezula, las personas se alejan o se niegan a darle la mano durante el ritual saludo de paz, por lo que ya no va a la iglesia.

Michal Maciolek, sacerdote y portavoz de la diócesis, dijo que había ofrecido a las víctimas y a sus familias ayuda pastoral y psicológica, pero que la habían rechazado. Aseguró además que no se ofreció ninguna compensación financiera porque «la diócesis no puede hacerse responsable de las acciones del sacerdote«.

(RD/Agencias)

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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