Un mártir más (La Iglesia y los misioneros, aliados claves en la lucha contra la lepra).
El misionero y activista medioambiental británico Paul McAuley, de 71 años, fue encontrado sin vida el pasado martes en el albergue que él mismo fundó para escolares indígenas en un barrio de la ciudad de Iquitos, en plena Amazonía peruana (Tras los pasos de los primeros misioneros jesuitas en Pekín).
Los primeros indicios señalaban que el religioso había sido quemado hasta la muerte, pero un experto forense peruano, según « The Washington Post», asegura que murió antes de que su cuerpo fuera quemado en la Comunidad Estudiantil Intercultural ‘La Salle’ al no encontrarse dióxido de carbono en su sangre.
Los fiscales todavía no han determinado si McAuley fue asesinado o cuál ha sido el motivo de su muerte, aunque el forense señala que el cuerpo fue quemado «en circunstancias sospechosas».
Paul McAuley, nacido en Portsmouth, era reconocido en la región por su activa lucha en la defensa de los derechos de las comunidades indígenas y del medioambiente. Además, fue fundador de la Red Ambiental de Loreto y dedicó sus esfuerzos a conseguir más fondos para que los estudiantes indígenas que llegaban a Iquitos a estudiar no desertaran por motivos económicos, como destaca la Conferencia Episcopal Peruana en un comunicado.
Mientras las autoridades tratan de esclarecer el suceso, McAuley fue enterrado el pasado miércoles en un cementerio local.