Se abre un nuevo capítulo en la "transición" que Roma pretende en España, para alcanzar, pasado el horizonte de 2011, una Iglesia "post Rouco
Benedicto XVI ha nombrado este mediodía al cardenal Antonio Cañizares nuevo miembro de la Congregación de Obispos. Cañizares, que ya es prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, había sido designado la pasada semana por el Papa miembro de la Comisión Pontificia para América Latina. Sin duda, el de hoy es una muestra más del afecto que Ratzinger profesa al cardenal español. Sin duda, también, una prueba más del cambio de rumbo de Roma respecto al presente y al futuro de la Iglesia española, al menos en lo tocante al nombramiento de obispos.
Hasta hace apenas dos meses, el cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, era el único español con poder para participar en la designación de obispos. No había un sólo prelado de nuestro país que no pasara por sus manos. Ahora, en cambio, Roma ha cambiado el ritmo.Y ha colocado contrapesos al hasta ahora omnímodo poder del presidente del Episcopado.
Porque no sólo será Cañizares, sino también el ex Nuncio en España, Manuel Monteiro, quienes a partir de ahora compartirán el protagonismo con Rouco Varela. Especialmente relevante fue la designación de Monteiro como secretario de la citada Congregación de Obispos («número dos»). Ahora, la participación de Cañizares aventura un nuevo rumbo, más participativo, en la designación de obispos españoles.
De hecho, algunos de los nombramientos que se daban por inminentes, y que llevaban la clara impronta de Rouco, se han frenado en seco, como el del arzobispo de Oviedo o, por el contrario, la decisión del cardenal de Madrid de no dejar salir de Bilbao a Ricardo Blázquez. A partir de ahora, se abre una nueva etapa en la designación de obispos para España. Y, lo que parece más importante: un nuevo capítulo en la «transición» que Roma pretende en España, para alcanzar, pasado el horizonte de 2011, una Iglesia «post Rouco«.