"Con Benedicto XVI ha habido más reacción que acción"
(Jesús Bastante).-José Catalán Deus es un compañero. Viene a presentar un libro muy interesante, y quizá polémico, porque no sólo plantea quién es Ratzinger y cómo es su pontificado, sino, como dice el título del libro, qué habrá después.Después de Ratzinger, ¿qué? es un balance de cuál es la Iglesia de hoy y cuál puede ser la de mañana, que empieza afirmando que Juan Pablo II y Joseph Ratzinger «decidieron la continuidad».
En su análisis del papado de Benedicto XVI, José Catalán Deus observa que «sigue sin controlar a la Curia todo lo que debería», y opina que «algunas de sus famosas equivocaciones pueden ser provocaciones hechas a propósito».
Además, José piensa que el ecumenismo no dará, todavía, «grandes gestos ni grandes titulares», y que el laicismo avanzaba en nuestra sociedades ya en tiempos del Papa Wojtyla: «Cuando salía entre las masas de los jóvenes, parecía que la Iglesia era una cosa extraordinaria. Ahora sabemos que era todo simbólico».
Por último, aventura un posible futuro Papa: el cardenal Maradiaga, pues cree que «es la figura mestiza, de cruce de razas, no blanca europea, que se está esperando en la Iglesia Católica».
P- ¿Qué habrá después de Ratzinger?
R- Es difícil de contestar en una sola frase. Me ha costado 600 paginas y 4 años de trabajo. Aquí en Religión Digital, el blog que hacía, Papado Ratzinger, me ha permitido y obligado a seguir día a día su pontificado. Esa es la base del libro.
P- ¿Se parece el pontificado de Ratzinger al de Juan Pablo II?
R- Yo diría que sí. Sobre todo en los contenidos, como ya podemos ver después de esta «legislatura» de cuatro años. Benedicto XVI es muy continuista. Él mismo dice que lo que quiere es cumplir y llevar a la practica el pensamiento de Wojtyla.
En muchos aspectos formales también se ve la continuidad, porque se ha esforzado en no llamar mucho la atención, ha viajado más de lo que se esperaba, se ha mostrado más accesible de lo que se esperaba… así que, en general, sí, se parecen. Aunque el talante de Ratzinger es el de un catedrático, un teólogo «lejano del mundanal ruido», y el de Wojtyla era el de un actor estupendo y comunicativo.
P- Y en el pensamiento Wojtyla, ¿Cuánto había de Ratzinger? Porque ya sabes que se comentaba que en la práctica «gobernaba», o casi, Ratzinger. Sobre todo en lo doctrinal.
R- Sí, eso es absolutamente verdad. Hay quien dice que no se sabe quién influía más en el otro. Eran un tándem, y por eso yo siempre he pensado que decidieron la continuidad. Que, en vista de que no había otra figura, Ratzinger se sacrificó a estar en la brecha (aunque también debe tener sus compensaciones), y que ahora está cumpliendo un programa común. Él siempre recuerda al anterior Papa de una manera muy especial.
P- Probablemente lo beatifique…
R- Sí, parece que va a ser el próximo abril.
P- ¿Qué aspectos positivos y cuáles negativos destacarías del pontificado?
R- Como los Papas no tienen programa, es un poco difícil. Pero, siguiendo todos sus documentos, sus declaraciones y su práctica, yo diría que tiene un aspecto intramuros y otro extramuros. Las cuestiones de índole interno, como por ejemplo una reforma estructural, o un perfeccionamiento de la espiritualidad del clero, van un poco más retrasadas, porque son muy difíciles. Lo de la Curia ha sido un fracaso bastante notable. Benedicto XVI sigue sin controlarla todo lo que debería y podría. Y lo mismo pasa con varias Conferencias Episcopales, que son abiertamente contrarias a algunas de las cosas que está haciendo el Papa.
Ha sido muy valiente con su Reforma Litúrgica y con su hermenéutica dela continuidad, en relación al Concilio Vaticano II, cambiando la concepción de rupturista por continuista. Esas dos cosas están empezando a cambiar, pero todavía tiene muchas resistencias.
Por otra parte, el mundo externo, yo diría que es una batalla bastante perdida. A pesar de sus esfuerzos, de que ha cogido el toro por los cuernos, de que ha planteado el diálogo fe-razón en tonos positivos, el mundo avanza aceleradamente por un camino diferente. Parece que esta sociedad ya no necesita a Dios. Y esto es un peligro grave, muy difícil de combatir.
P- Supongo que después del discurso en Ratisvona, se dio cuenta de que su forma de aparecer ante el público no era la más acertada. Se ha discutido mucho sobre ese discurso, se ha dicho más de lo que era, pero se ha llegado a la conclusión de que el modo de presentar esa verdad fue «demasiado intelectual». Que Ratzinger tiene muchas dificultades para entroncar con la cultura mediática actual. En ese sentido, Juan Pablo II era un maestro, de las pequeñas y de las grandes distancias.
R- Sí. Pero Juan Pablo II no abordó muchos problemas. Y eso se nota en lo atrasada que está la Iglesia en combatir, por ejemplo, el fenómeno de la pederastia, que se combatió demasiado tarde; el de la mejora intelectual y personal del clero, que es muy necesaria…
En el mecanismo intelectual de este Papa, incluso se puede pensar que algunas famosas equivocaciones pueden ser provocaciones hechas a propósito, porque ya las ha repetido varias veces, y no es posible creer que pueda equivocarse tanto. Parece que le gusta echar una piedra de vez en cuando, para crear olas cuando las aguas están muy quietas. De hecho, tenemos que reconocer que al final lo de Ratisvona le salió bien, porque nunca ha habido un diálogo más estrecho con los musulmanes. Es histórico el acercamiento que ha habido. Vamos a ver qué ocurre con la cuestión lefevriana, y con la de Pío V.
P- El nuevo misal, el diálogo de los lefevrianos, ese cambalache que se ha hecho con la vuelta de algún grupo anglicano… El Papa no tenía programa, pero en su misa de entronización sí que dio alguna de las claves. Y una de ellas era el ecumenismo, la búsqueda de la unidad. Se están dando pasos con la Iglesia Ortodoxa Rusa… ¿Es ahora más factible que nunca, o todavía estamos hablando de hipótesis?
R- Yo creo que, como él mismo siempre recuerda, ya no es una cuestión de conversaciones a alto nivel. Es cuestión de rezar, de poner el corazón en ello y que el Espíritu Santo intervenga y una. Porque las diferencias de tipo doctrinal, y sobre todo las antiguas, de comunicación y beligerancia entre las religiones, están desapareciendo. Y las religiones se están empezando a necesitar unas a otras. Los cristianos están empezando a ver que no se pueden permitir ciertos lujos, porque la cuestión está difícil para todos. Creo que hay factores en el mundo que contribuyen a eso. Y, evidentemente, la Iglesia de hoy no es la de antes. Su ecumenismo es más creíble y más profundo.
Ahora, grandes novedades nos sorprenderían a todos. No creo que sea un proceso de grandes gestos ni grandes titulares. Será poco a poco, un acercamiento en la oración, en las ceremonias, en la concepción dela sociedad… Habrá organismos bilaterales de colaboración. Activos, no como ahora.
P- Juan Pablo II fue un pastor globalizado, Ratzinger no lo es. ¿Después de este pontificado, la Iglesia perderá parte de la influencia real que tiene?
R- Es muy difícil calcular qué está pasando, porque el proceso que ha elegido este Papa es el de ir a las raíces, a las esencias, en vez de corregir aspectos formales. Con Juan Pablo II, cuando salía entre las masas de los jóvenes, parecía que la Iglesia era una cosa extraordinaria. Ahora sabemos que era todo simbólico, y que las iglesias se vaciaban.
Benedicto XVI está entre medias de la fórmula de reafirmarse en las esencias de la Iglesia, y transmitirlas con voz nueva a la gente. Un proceso difícil, porque parece que el mundo secular no quiere componendas, y el laicismo se va radicalizando cada vez más en todo el mundo. Las posiciones abiertamente ateas, que hace un tiempo ni se planteaban, están tomando fuerza. Las liberarías están llenas. Aparentemente, ha habido más reacción que acción. A la pequeña acción de la Iglesia, de entrar en la sociedad más profundamente, ha respondido una reacción en contra bastante más fuerte.
P- Has analizado en el libro estos 4 años de pontificado de Benedicto XVI. Haciendo una especie de balance, ¿crees que el Espíritu, los cardenales, o ambos, acertaron aquella tarde de abril?
R- Yo creo que sí, por más que nadie se figurara que fueran a elegir una figura tan continuista, tan obvia, tan aparentemente carente de impulso y de emoción. Parecía imposible que la Iglesia eligiese a alguien así. Pero parece ser que no había otra alternativa en ninguno de los dos campos, de las dos alas en que se divide, prácticamente, todo el colectivo humano: Los que quieren liberar y avanzar, y los que quieren conservar la tradición. Se cree que no había más que elegir, porque había figuras de referencia, pero ninguna comparable a él. Para proseguir con el pensamiento wojtyliano, ninguno como él.
En ese sentido, quizá lo que se ha hecho es aplazar los problemas, y sea en el próximo cónclave cuando se enfrenten a ellos, esta vez sin un Joseph Ratzinger.
P- Y, después de Ratzinger, ¿hacia dónde? ¿Podrías incluso decirnos quién, o quiénes?
R- Bueno, para evitar los personalismo, que tanto se critican, diré que este libro empezó para analizar los desafíos que hay pendientes. Los perfiles de posibles candidatos.
P- Dame un perfil.
R- Siempre estamos en el mismo problema: hay dos. Si la Iglesia considera que lo que introdujo Wojtyla hay que continuarlo, tendrá que optar por un conservador. Pero un conservador más joven que, dentro del mismo pensamiento, pudiera aportar cambios un poco más drásticos. No faltan nombres. Si se optara por una solución parecida a la de Ratzinger, podría ser Escola, que tiene 70 años y es una persona muy preparada. Pero si la Iglesia decide que hay que volver a equilibrar el péndulo, dar un paso adelante y enfrentarse a los problemas pendientes, será una aventura mucho más difícil. Quizá el próximo Papa todavía está esperando a que le nombren cardenal en los próximos consistorios. Quizá es uno de estos brillantes obispos o arzobispos que están apareciendo por todo el mundo. En la Curia romana, en África, en América Latina… Allí sigue el candidato Óscar Rodríguez Maradiaga.
P- ¿No le habrá afectado la crisis de Honduras?
R- Puede, sí. Pero en realidad ha sido muy valiente interviniendo. Se ha metido en un verdadero avispero del que uno suele salir escaldado. Si Honduras no se desliza de nuevo por el camino del enfrentamiento, será un punto importante que demuestre que Maradiaga puede lidiar con los problemas globales e internacionales. Sabemos que su preocupación es totalmente diferente de la del actual Papa. No le preocupan demasiado la teología ni la liturgia, sino el estado del mundo, que ve todos los días a través de Cáritas Internacional. Ha madurado, y yo creo que tiene bastante apoyo y respaldo en EEUU. Es la figura mestiza, de cruce de razas, no blanca europea, que se está esperando en la Iglesia Católica. Esta cuestión simbólica da mucho de sí. Ya lo vemos con Obama, que tampoco es demasiado, pero su símbolo planea, y también sobre la Iglesia. Podría ser el momento de Maradiaga.
P- Yo hace 4 años aposté por él, y ganó Ratzinger. No digamos que la perdí.
Muchas gracias por tu presencia, José. Ésta es tu casa. Sabes que devoramos tus libros y tu blog de Religión Digital.
R- Gracias a vosotros por hospedarme y hacer posible este libro, que se debe en parte a Religión Digital, que me ha permitido trabajar todos los días en este tema.
Algunos titulares
-Benedicto XVI es un Papa «alejado del mundanal ruido»
-Wojtyla y Ratzinger eran un tándem
-Benedicto XVI tiene un aspecto intramuros y otro extramuros
-El fenómeno de la pederastia se combatió demasiado tarde
– El atraso de la Iglesia se debe a que Juan Pablo II no afrontó sus problemas
– No es posible creer que el Papa pueda equivocarse tanto
– Parece que al Papa le gusta echar una piedra de vez en cuando
– Al final lo de Ratisvona le salió bien
– El ecumenismo ya no es una cuestión de conversaciones a alto nivel
– Las religiones se están empezando a necesitar unas a otras
– Las iglesias ya se vaciaban con Juan Pablo II
– Con Benedicto XVI ha habido más reacción que acción
– Parecía imposible que la Iglesia eligiese a alguien tan carente de impulso
– Al elegir a Ratzinger, la Iglesia aplazó los problemas
– Quizá el próximo Papa todavía está esperando a que le nombren cardenal
– Podría ser el momento de Maradiaga