«Después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo es nuevo, de que existe otra Iglesia, que la Iglesia pre-conciliar había terminado, y que habría otra, totalmente diversa, un utopismo anárquico«, afirmó este mediodía Benedicto XVI en la Audiencia pública de los miércoles, y en la que participó el cardenal Carlos Amigo Vallejo.
«Gracias a Dios, los timoneles sabios de la barca de Cristo, los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, defendieron por un lado la novedad del Concilio, y al mismo tiempo, la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de gracia», subrayó el Pontífice, en una catequesis dedicada a la figura de San Buenaventura.
Recordando las respuestas del teólogo franciscano a las teorías de Joaquín de Fiore, que mantenía en aquella época medieval el comienzo de una nueva fase de la historia con la llegada de una «Iglesia del Espíritu» que se impondría a la Iglesia jerárquica, dijo que esa «idea del utopismo espiritual» se repitió también durante el Vaticano II (1962-1965).
Echando mano de Buenaventura, Benedicto XVI dijo también que Jesucristo es la última palabra de Dios y que no hay que esperar otro Evangelio u otra Iglesia.
También señaló que la vida espiritual hasta la unión con Dios está articulada en tres vías: «la purgativa» o de purificación del alma; «la iluminativa», caracterizada por una fuerte vida de oración, y «la unitiva», que lleva al hombre a la experiencia íntima de Dios.
Concluida la audiencia saludó en varios idiomas. En español tuvo palabras de alientos para un grupo de Dos Hermanas (Sevilla), al que invitó siguiendo la enseñanza de San Buenaventura -franciscano como el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, presente en la audiencia- a continuar el camino cuaresmal de preparación para la Pascua «mediante la escucha atenta de la Palabra Divina, la práctica de la caridad y la purificación del corazón».