Ya sólo le queda esperar a que el mundo le conceda la absolución y comprenda que la Iglesia es “santa y prostituta”
(José Manuel Vidal).-Un mea culpa planetario. El anciano Papa Ratzinger se puso de rodillas en el reclinatorio de los medios y se dispuso a confesarse. Por vez primera en la historia, el Papa no se sentaba en el confesionario. De rodillas, revestido de saco y cenizas (para eso estamos en Cuaresma), Benedicto XVI se dispuso a hacer una «confesión general». Cargado con las culpas de toda la Iglesia católica. Que son muchas, como muchos son sus frutos.
Y su confesión la plasmó en una carta. Siguiendo, casi a pié juntillas, los pasos que el catecismo recomienda para hacer una buena confesión: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de la enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
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