15.000 curas arropan al Papa en la clausura del Año Sacerdotal

Papa: «El celuibato es el mejor antídoto contra los escándalos»

El sacerdote célibe es "una gran señal de fe, de la presencia de Dios en el mundo"

Humme dijo que este Año Sacerdotal ha servido para promover "el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes"

Quince mil sacerdotes de todo el mundo asistieron ayer en el Vaticano, en la mayor concentración de curas en la historia de la Iglesia, a una vigilia con el papa Benedicto XVI con motivo de la conclusión, hoy, del Año Sacerdotal.

De esos sacerdotes, procedentes de 91 países, más de 600 eran españoles.

También asistieron unos 300 colombianos y numerosos venidos de Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Brasil y Portugal.

Casi cinco mil curas eran italianos, el país con mayor representación en esta jornada sacerdotal, antesala de la de mañana, en la que el Papa oficiará una misa solemne en la plaza de San Pedro durante la cual proclamará patrón de los sacerdotes al francés Juan María Vianney (1786-1859), el famoso «Cura de Ars».

El Papa fue acogido por los miles de sacerdotes, a los que se unieron miles de monjas y de seglares, con la canción «Tu eres Pedro».

Durante la vigilia, el cardenal brasileño Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, dijo que este Año Sacerdotal ha servido para promover «el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para un más fuertes e incisivo testimonio evangélico en el mundo actual».

El arzobispo italiano Mauro Pianceza, secretario de la Congregación para el Clelo dijo que los sacerdotes están llamados a la santidad, «que ve en la virginidad y en la pureza y en la auténtica docilidad y obediencia dos elementos constitutivos».

Una familia alemana con seis hijos, un diácono, un sacerdote argentino, un cura anciano, un párroco de Hollywood, una monja de clausura narraron sus experiencias de vida.

El sacerdote argentino, José María de Paola habló de su trabajo en una barriada de Buenos Aires.

La ceremonia concluyó con la entrada solemne del Santísimo y algunos minutos de silencio y plegarias personales y la bendición eucarística impartida por el Papa.

Benedicto XVI abrió el 19 de junio de 2009 el Año Sacerdotal en una solemne ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano, durante la que dijo que «nada hace sufrir más» a la Iglesia como los pecados de sus pastores, sobre todo los de aquellos que dañan a las personas que deben cuidar.

El Obispo de Roma no precisó más con esas fuertes palabras, pero según los observadores vaticanos se refería a los casos de curas pederastas, que ha salpicado todo este año, al conocerse casos en EEUU, Irlanda, Alemania, Austria, Bélgica, Italia, entre otros países.

El Papa teólogo subrayó que este Año sacerdotal, en ocasión del 150 aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el cura de Ars, era la ocasión para crecer en intimidad con Jesús, «que cuenta con nosotros, sus ministros, para difundir y consolidar su Reino».

Con motivo de este Año Sacerdotal, Benedicto XVI escribió una carta a todos los sacerdotes en la que afirmó que la «infidelidad» de los sacerdotes «jamás es suficientemente deplorable» y en la que también resaltó la «valiente fidelidad» de tantos otros que entre dificultades e incomprensiones siguen siendo fieles a su vocación.

Pero Benedicto XVI no habló expresamente del asunto la noche del jueves. Tenía previsto oficiar una última misa el viernes antes de la clausura del encuentro.

El pontífice respondió el jueves a preguntas seleccionadas de antemano que hicieron cinco sacerdotes, quienes no inquirieron por el parecer de Benedicto XVI sobre el escándalo. Uno le pidió hablar de lo que llamó la «belleza del celibato«, del cual dijo que era muy criticado en el mundo secular.

El Papa reconoció que el celibato era en sí «un gran escándalo» en un mundo donde la gente no tiene necesidad de Dios. Pero dijo que era «una gran señal de fe, de la presencia de Dios en el mundo».

Ante el llamado escándalo en ese credo «hay también escándalos secundarios, esos de nuestras propias insuficiencias y pecados que ocultan el verdadero escándalo», dijo.

Aunque no el pontífice no abordó directamente la crisis, algunos de los sacerdotes de visita en Roma para la concentración hablaron abiertamente del tema y dijeron que era doloroso, incluso vergonzoso, debido a que se reflejaba adversamente sobre todos ellos.

«Bueno, creo que fue primero un asunto de dolor, de tristeza y luego de un poco de vergüenza porque en Bélgica teníamos obispos, no sacerdotes, que tuvieron que renunciar», declaró el clérigo belga Jean Pierre Herman.

El papa Benedicto XVI defendió con vehemencia el celibato de los sacerdotes en un mundo cada vez más profano, el jueves, durante una concentración de unos 15.000 sacerdotes de todo el mundo en Roma.

El pontífice no mencionó expresamente el escándalo de abusos sexuales de clérigos que ha conmocionado durante varios meses a la Iglesia Católica, pero se refirió a lo que llamó «escándalos secundarios» que expusieron «nuestras propias insuficiencias y pecados».

Benedicto XVI hizo las declaraciones durante una vigilia nocturna en la Plaza de San Pedro para la conmemoración vaticana del fin del Año Sacerdotal, empañado por las revelaciones de centenares de nuevos casos de abusos de clérigos, así como de encubrimiento y de pasividad del Vaticano para frenarlos.

Hubo especulaciones de que el Papa podría referirse de nuevo al escándalo, luego de sus declaraciones recientes en un viaje a Portugal, durante el cual reconoció que ese hecho nació del «pecado dentro de la iglesia» y no de elementos exteriores. Con anterioridad, autoridades y publicaciones vaticanas y cardenales habían responsabilizado del escándalo a los medios de comunicación, a los masones y a grupos anticatólicos, entre otros sectores.

Cuando aún resuenan los ecos de los escándalos de pedofilia en los que recientemente se ha visto envuelta la Iglesia Católica, Benedicto XVI dijo que esta práctica es «un acto de fe (que) a menudo es considerado un escándalo en un mundo sin Dios«.

«Ser sacerdote no es un trabajo, sino una dedicación y el celibato es el mejor antídoto contra otros escándalos provocados por nuestras carencias como mortales», afirmó el Papa.

En una vigilia en la Plaza de San Pedro para conmemorar el final del año sacerdotal, el pontífice no se refirió directamente a los casos de pedofilia pero reconoció que «nada hace sufrir más» a la Iglesia como los pecados de sus pastores, sobre todo los de aquellos que dañan a las personas que deben cuidar.(RD/Agencias)

 

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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