El papa Benedicto XVI dijo hoy que tras las tragedias de dos grandes guerras mundiales «educar a los jóvenes en la justicia y en la paz» es un deber que compete a cada generación.
La primera misa de 2012 en la Basílica de San Pedro por Santa María Madre de Dios y al mismo tiempo con motivo de la 45 Jornada Mundial de la Paz, la concelebró el papa junto al secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone y el presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, Peter Turkson, entre otros cardenales.
El lema de la Jornada de la Paz en 2010 es «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz» y a la solemne misa asistieron, entre otras autoridades religiosos y civiles, y como es tradición cada 1 de enero, los embajadores del mundo acreditados ante la Santa Sede a quienes el papa les dio la comunión.
Al igual que ayer durante la celebración del Te Deum, el papa, de 84 años, utilizó la plataforma rodante, guiada por dos ayudantes, para recorrer la nave central de la Basílica hasta el altar donde presidió la solemne ceremonia.
Tocado con una mitra con la imagen de la Virgen cosida en oro, Benedicto XVI pidió a los representantes de los Gobiernos «la voluntad de renovar el compromiso de la paz en el mundo» y abordó el lema de la Jornada de la Paz de este año.
«Educar a los jóvenes en la justicia y en la paz -dijo- es un deber de cada generación y, gracias a Dios, la familia humana, tras la tragedia de las dos grandes guerras mundiales, ha mostrado siempre ser siempre más consecuente, como atestiguan, de una parte, las declaraciones y la iniciativas internacionales y de otra, el compromiso social de tantos jóvenes en los últimos decenios».
El Obispo de Roma hizo hincapié en su homilía en la importancia de la comunidad eclesiástica a la hora de educar «porque el Evangelio de Cristo es también el Evangelio de la Justicia y de la Paz».
Reconoció que para la Iglesia, la educación «es un desafío» por dos razones: en primer lugar, porque en la época actual, «tan fuertemente marcada por una mentalidad tecnológica, el deseo de educar y no sólo de instruir no puede darse por sentado, es una elección, en segundo lugar, porque la cultura del relativismo plantea una pregunta radical: ¿sigue teniendo sentido para educar? Y luego, educar para qué?».
Para el papa se debe educar a los jóvenes en el conocimiento de la verdad, de los valores fundamentales de la existencia en la virtud intelectual, teologal y moral y ello «significa mirar el futuro con esperanza».
En este compromiso por una educación integral- aseveró-, «entra también la formación de la justicia y de la paz».
«Los chicos y las chicas de hoy crecen en un mundo que se ha convertido, por así decirlo, más pequeño, donde los contactos entre las diferentes culturas y tradiciones, aunque no son siempre directos, son constantes», explicó.
Para ello, hoy más que nunca, «es indispensable aprender el valor y el método de la convivencia pacífica, de respeto recíproco, del diálogo y de la comprensión».
Señaló el papa que a pesar de que los jóvenes son de natural abiertos al respeto recíproco, «la realidad social en la que crecen puede llevarlos a pensar y a actuar en un modo opuesto, de manera intolerante y violenta».
El Obispo de Roma subrayó además que «sólo una sólida educación de su consciencia pueden ponerlos al resguardo de estos riegos y hacerlos capaces de luchar siempre contando con la fuerza de la verdad y del bien».
Insistió en que esta educación parte de la familia y se desarrolla en la escuela y en otras experiencia formativas.
«Se trata esencialmente -afirmó- de ayudar a niños, chicos, adolescentes a desarrollar una personalidad que una un profundo sentido de la justicia con el respeto al otro, con la capacidad de afrontar los conflictos sin prepotencia, con la fuerza interior de testimoniar el bien aunque sea a costa del sacrificio, con el perdón y la reconciliación».
Así- refirió Benedicto XVI- podrán convertirse en hombres y mujeres verdaderamente pacíficos y constructores de la paz».
Benedicto XVI pidió a los padres, educadores y a los gobernantes que presten atención al mundo juvenil, e hizo un llamamiento especial a las comunidades religiosas a este respecto.