La unidad por la que rezamos exige una conversión interior tanto común como personal
El papa Benedicto XVI hizo hoy un nuevo llamamiento para la unidad de los cristianos y denunció que esa separación impide un anuncio más eficaz del Evangelio, «porque destruye o pone en peligro nuestra credibilidad».
Ante unas nueve mil personas que asistieron en el Aula Pablo VI del Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, el Pontífice se preguntó: «¿cómo podemos dar los cristianos un testimonio convincente si estamos separados? y animó a todos los fieles de Cristo a orar en la Semana de Rezos para la Unidad de los Cristianos, que comienza hoy.
«Desde que nació el movimiento ecuménico moderno, hace un siglo, siempre hemos sido conscientes de que la falta de unidad entre los cristianos impide un anuncio más eficaz del Evangelio, porque destruye o pone en peligro nuestra credibilidad. ¿Cómo podemos ser creíbles si estamos divididos?», dijo el Pontífice, que el próximo 25 de enero clausurará la Semana por la Unidad de los cristianos en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma.
El papa Ratzinger agregó que en lo referente a la verdad fundamental de la fe «nos une más de cuanto nos divide», pero precisó que las divisiones «permanecen» y suscitan «confusión y desconfianza, debilitando nuestra capacidad para transmitir la Palabra salvadora de Dios».
Benedicto XVI, que ha convocado el Año de la Fe para la nueva evangelización (que comenzará el 11 de octubre 2012, fecha del 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y que terminará el 24 de noviembre 2013) manifestó que trabajar por la unidad es muy importante para la nueva evangelización.
«La nueva evangelización puede ser más fructuosa si todos los cristianos anunciamos juntos la verdad del Evangelio de Jesucristo y damos una respuesta común a la sed espiritual de nuestro tiempo«, aseguró.
El Pontífice reiteró su invitación a los fieles para que recen por la unidad, «sabedores de que la unidad a la que aspiramos no puede ser sólo el resultado de nuestros esfuerzos, sino que será un don recibido desde arriba, que hay que invocar siempre».
El Obispo de Roma subrayó que la plena y visible unidad a la que anhelan los cristianos exige que se transformen de manera cada vez más perfecta a la imagen de Cristo.
«La unidad por la que rezamos exige una conversión interior tanto común como personal. No se trata simplemente de cordialidad o de cooperación, exige reforzar nuestra fe en Dios. Es necesario abrirse los unos a los otros, tomando todos los elementos de unidad, es necesario sentir la urgencia de testimoniar al hombre de nuestro tiempo al Dios vivo, que se ha dado a conocer en Jesucristo», añadió.
Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario.
Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.
Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica que sí admite, desde el Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.
Además, los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios hasta ahora bajo su control.
Antes del gran cisma se produjo otra escisión, la de los cristianos armenios, que vivieron en comunión con Roma hasta el año 491, cuando abrazaron las tesis del monofisismo, según la cual Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, y era hombre sólo en apariencia.
El Concilio de Calcedonia de 451 condenó el monofisismo y definió la doble naturaleza de Cristo, humana y divina, unidas sustancialmente en una sola persona divina.
Los armenios no lo reconocieron y así nació la Iglesia Armenia, a la que no se puede llamar ortodoxa porque es anterior al cisma de 1054.
Concluida la audiencia, el Papa saludó a los numerosos grupos presentes en el Aula Pablo VI, entre ellos a una amplia representación del Colegio de Abogados de Roma, a los exhortó a desarrollar la profesión «manteniéndose siempre fieles a la verdad, presupuesto fundamental para la actuación de la justicia». (RD/Efe)
TEXTO CATEQUESIS Y SALUDOS DEL PAPA EN ESPAÑOL
Queridos hermanos y hermanas: Inicia hoy la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que desde hace más de un siglo, viene celebrada por todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, para invocar el don extraordinario de la unidad por el que el Señor oró durante la Última Cena, y animar a la oración, como primer camino que conduce a la plena comunión. El tema elegido para este año, «Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo», resalta la importancia de la fe cristiana en medio de las pruebas y dificultades, con relación al don total obrado por Jesús en el Misterio Pascual. La unidad por la cual pedimos requiere una conversión. No se trata simplemente de cordialidad y cooperación, es necesario reforzar la fe en Dios, el Dios de Jesucristo, que ha hablado y se ha hecho uno de nosotros; se requiere entrar en su nueva vida, que es la verdadera y definitiva victoria; abrirse a los demás, acogiendo los elementos de unidad que ofrece el Señor; y dar testimonio del Dios vivo, que se ha hecho conocer en su Hijo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros del Patronato de la Fundación «Santa Teresa de Ávila» de la Universidad Católica de Ávila, acompañados por el Gran Canciller de la misma, así como a los demás grupos de España y de los países latinoamericanos. Os invito a implorar de Dios el don de la unidad de los cristianos, para que crezca el testimonio común y la colaboración, y podamos un día profesar todos juntos la fe transmitida por los Apóstoles y celebrar los sacramentos de nuestra transformación en Cristo. Muchas gracias.
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