Este acto será, una vez más, la ocasión propicia para hacer visible la cercanía y el afecto de la Iglesia al mundo de la Comunicación
(José Gabriel Vera, en L’Osservatore Romano).- Los «lineamenta» del próximo sínodo de los obispos sobre la nueva evangelización, que tendrá lugar el próximo mes de octubre en el Vaticano, han señalado a los medios de comunicación como uno de los escenarios en los que, dice el texto, «está marcando en modo cada vez más determinante la vida de las personas y la consciencia colectiva» y al mismo tiempo que ofrece enormes posibilidades para la Iglesia, representa uno de sus grandes desafíos.
El encuadre del mundo de la comunicación como una oportunidad fue acogido por la Iglesia en España, hace ahora cuarenta años, con la creación de los premios Bravo, que concede la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación. Estos premios están dirigidos a reconocer la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos, en los diversos medios.
El origen de estos premios se remonta al comienzo de los años setenta. Los obispos de la recién creada Comisión de Medios de Comunicación animaban entonces a los creyentes a dirigirse a los profesionales de la comunicación para agradecer su actividad y reconocer el valor de su trabajo. Con la convocatoria de esta llamada Operación Bravo, miles de cartas fueron dirigidas entonces a estos profesionales bien directamente o bien a través de la propia Comisión, que se ofrecía como intermediaria. Esta acción era una de las actividades preparadas para la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que había instituido Pablo VI en 1967. En la primera Operación Bravo, en la primavera de 1971, fue reconocido el trabajo del periodista Manuel Lozano Garrido «Lolo», periodista y escritor, que murió ese mismo año y que fue beatificado por Benedicto XVI el 12 de junio de 2010.
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