Una reflexión lúcida y amable, que una vez más destierra el estereotipo de un Papa débil que no gobernaría a la Iglesia
(Giovanni Maria Vian).- En la homilía pronunciada durante la misa crismal, que inaugura el triduo sacro en el corazón del año litúrgico, Benedicto XVI se preguntó -hablando del sacerdocio y refiriéndose explícitamente a una llamada a la desobediencia publicada por un grupo de sacerdotes de un país europeo también a propósito de «decisiones definitivas del Magisterio»- si la desobediencia es el camino para renovar a la Iglesia. Y, en su estilo de argumentación, inmediatamente después se preguntó si, por el contrario, la obediencia no defiende el inmovilismo y no agarrota la tradición.
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