Un nuevo areópago de encuentro entre creyentes y no creyentes, en el espíritu del «atrio de los gentiles»
(L’Osservatore romano).- El deporte necesita una catarsis contra las degeneraciones, para que vuelva a ser un fenómeno cultural significativo. El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo pontificio para la cultura, no usa medios términos cuando expresa su pensamiento sobre el deporte.
Lo hizo durante la presentación del nuevo departamento en el dicasterio de «Cultura y deporte», el jueves 14 de junio por la mañana.
La iniciativa se suma a la análoga del Consejo pontificio para los laicos, que desde 2004 posee en su interior una sección de Iglesia y deporte.
Objetivo declarado: definir nuevas líneas de acercamiento cultural al fenómeno deportivo, que tienden a ver en el deporte el «lugar» privilegiado del diálogo entre la Iglesia, la cultura y el mundo juvenil, como un nuevo areópago de encuentro entre creyentes y no creyentes, en el espíritu del «atrio de los gentiles».
Desde el punto de vista eclesial, se destacó que el mundo del deporte exige una mirada atenta que busque entender sus dinámicas y los valores del que es portador, antes de condenarlo como un fenómeno degenerado.
Es este además el sentido del análisis cultural que el Consejo pontificio tiene como misión, con vistas a un discernimiento, es decir: comprender para poder evangelizar.
La cultura no se evangeliza desde el exterior, sino desde dentro de todo fenómeno cultural. Expresado con otros términos, antes de hablar al mundo del deporte, es necesario escucharlo e intentar entenderlo.
Por eso, el Departamento no intentará solo hablar al mundo del deporte sino también llevar a la Iglesia el eco de las grandes aspiraciones culturales de este mundo, profundizando sus expectativas contemporáneas y explorando nuevos caminos de diálogo cultural con sus protagonistas.
El nuevo departamento, explicó el cardenal Ravasi, sigue las huellas de otros organismos de la Santa Sede que intentan vincular la Iglesia al mundo del deporte, pero con el estilo propio del Consejo pontificio para la cultura.