Condolencias a las familias de las cerca 146 personas que murieron el pasado miércoles al naufragar el transbordador en Zanzíbar
El papa Benedicto XVI dijo hoy que está «profundamente impresionado por la insensata violencia» del tiroteo en un cine de Aurora, en Denver (Estados Unidos).
Tras el rezo del Angelus que celebró en Castelgandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma), donde pasa el verano, el Pontífice agregó que comparte «la angustia de las familias y amigos de las víctimas y los heridos».
Benedicto XVI expresó su cercanía a las familias de los doce fallecidos y cerca de 50 heridos que ha causado el tiroteo de Aurora y aseguró que dedicará a ellos sus oraciones.
Los mismos deseos los expresó a las familias de las cerca 146 personas que murieron el pasado miércoles al naufragar el transbordador en el que viajaban mientras recorría la ruta desde en ruta de Dar es Salaam (Tanzania) a la isla de Zanzíbar.
Juegos Olímpicos
El papa Benedicto XVI deseó hoy tras el rezo del Angelus que celebró en Castelgandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma) que los Juegos Olímpicos de Londres sean «una verdadera experiencia de hermandad entre los pueblos».
El papa, que se encuentra veraneando en la residencia apostólica de Castelgandolfo, recordó que los Juegos Olímpicos que comenzarán el próximo 27 de julio «son el mayor evento deportivo mundial, donde participan atletas de numerosas naciones y como tal tiene un fuerte valor simbólico».
«Por ello, la Iglesia Católica mira a este evento con particular atención y simpatía«, agregó Benedicto XVI.
En su mensaje en inglés, el papa Joseph Ratzinger también quiso saludar «a los organizadores, atletas y espectadores» y deseó que «en el espíritu de la Tregua Olímpica, la buena voluntad generada por este acontecimiento internacional deportivo de sus frutos, promoviendo la paz y la reconciliación en todo el mundo». (RD/Efe)
Saludo en español
«Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. A la luz de la Palabra de Dios proclamada este domingo, invito a todos a orar por los ministros de la Iglesia, para que, a ejemplo de Jesucristo, se entreguen con generosidad a la grey que les ha sido confiada, siendo para todos espejo de virtudes. Encomendemos este hermoso propósito a la Santísima Virgen María, y pidámosle a Ella que suscite en el corazón de los jóvenes el deseo de seguir más de cerca y de por vida a su divino Hijo, dando así testimonio constante de fidelidad y amor. Muchas gracias.»
Texto completo de la reflexión
Queridos hermanos y hermanas
La Palabra de Dios de este domingo, nos vuelve a proponer un tema fundamental y siempre fascinante de la Biblia: nos recuerda que Dios es el Pastor de la humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida, quiere guiarnos a buenos prados, donde podamos alimentarnos y descansar; no quiere que nos perdamos y que muramos, sino que alcancemos la meta de nuestro camino, que es justamente la plenitud de la vida. Es aquello que desea cada padre y cada madre por sus propios hijos: el bien, la felicidad, la realización. En el Evangelio Jesús se presenta como Pastor de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Su mirada sobre la gente es una mirada ‘pastoral’- Por ejemplo, en el Evangelio de este domingo, se dice que «Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato» (Mc 6,34). Jesús encarna a Dios Pastor con su modo de predicar y con sus obras, cuidando a los enfermos y pecadores, de aquellos que se han «perdido» (Lc 19,10), para llevarlos de nuevo al seguro, a la misericordia del Padre.
Entre las «ovejas perdidas» que Jesús salvó hay también una mujer de nombre María, originaria del poblado de Magdala, junto el Lago de Galilea, y por esto llamada Magdalena. Hoy se celebra su memoria litúrgica en el calendario de la Iglesia. El Evangelista Luca dice que Jesús hizo salir de ella siete demonios (Lc 8,2), es decir, la salvó de un total sometimiento al maligno. ¿En qué consiste esta sanación profunda que Dios obra mediante Jesús? Consiste en una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la persona en sí misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los otros, con el mundo. En efecto, el maligno siempre busca arruinar la obra de Dios, sembrando división el corazón humano, entre cuerpo y alma, entre el hombre y Dios, en las relaciones interpersonales, sociales, internacionales, y también entre el hombre y la creación. El maligno, siembra guerra; Dios crea paz. Es más, como afirma San Pablo, Cristo «es nuestra paz, él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba y aboliendo en su propia carne la ley con sus mandamientos y prescripciones» (Ef 2,14). Para realizar esta obra de reconciliación radical, Jesús, el Pastor Bueno, tuvo que hacerse Cordero, «El Cordero de Dios… que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Sólo así pudo realizar la estupenda promesa del Salmo: «Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por muy largo tiempo (23/22,6)
Queridos amigos, estas palabras nos hacen latir el corazón, porque expresan nuestro deseo más profundo, dicen aquello por lo cual fuimos hechos: la vida, la vida eterna!. Son las palabras de quien, como María Magdalena, ha experimentado Dios en la propia vida y conoce su paz. Palabras más que nunca verdaderas en la boca de la Virgen María, que ya vive por siempre en los prados del Cielo, a donde la condujo el Cordero Pastor. María, Madre de Cristo, nuestra paz, ruega por nosotros