Todo es más realista y más humano. Un corazón lleno de resentimiento y de envidia. Más Shakespeare que Dostoievsky
Ingrid Stampa, la gobernanta de la Casa del Papa; el obispo Josef Clemens, ex secretario de Ratznger durante 19 años; y el cardenal Paolo Sardi, antiguo vicecamarlengo y uno de los ayudantes en la confección de los discursos de Benedicto XVI, podrían ser los «cuervos» del escándalo «Vatileaks», según desvela en su edición de hoy La Reppublica, que cita fuentes de la investigación cardenalicia comandada por Julián Herranz.
La información, firmada por Marco Ansaldo, apunta a un caso de «celos» y «envidias» personales, más allá de una conspiración cardenalicia o de la Curia. Se trataría, ni más ni menos, de una venganza contra el actual secretario, George Ganswein, y de una lucha por estar más cerca del Papa. «Invidia clericalis«, afirma el diario, que apunta que «no existe un golpe de Estado ni una revolución. Todo es más realista y más humano. Un corazón lleno de resentimiento y de envidia. Más Shakespeare que Dostoievsky«.
Los posibles implicados, junto al propio Paolo Gabriele, formaban parte del círculo más íntimo de Joseph Ratzinger. Muy sorprendente resulta la acusación contra Ingrid Stampa, perteneciente al movimiento de Schoenstatt y una de las mujeres con mayor influencia en la Santa Sede, hasta el punto de ser apodada como «La Papisa». También sorprende la presencia de Clemens, quien durante casi dos décadas fue la sombra del cardenal Ratzinger y que se sintió desplazado cuando en 2003 el hoy Papa lo sustituyó por George Ganswein. Por su parte el cardenal Sardi fue durante varios años uno de los responsables de la elaboración de los discursos de Benedicto XVI.
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