Como funcionario de la Secretaría de Estado poseía las claves para entrar en los sistemas cifrados. Entre ellos, los nombres de los secretos titulares de cuentas corrientes del IOR
(J. Bastante/Agencias).- «Paoletto» mantenía frecuentes conversaciones a través del teléfono móvil y los correos electrónicos con Ingrid Stampa, la que durante muchos años fue gobernanta de la Santa Sede. La investigación, según apuntan hoy varios medios italianos, parece retomar las sospechas contra Stampa, el obispo Josef Clemens y el cardenal Sardi como posibles «cuervos» del Vatileaks.
Así, La Repubblica publicó ayer datos sobre los movimientos de Sciarpelletti como funcionario técnico vaticano y su relación con un «hacker» de 36 años, que primero intentó penetrar en el sistema informático vaticano y después fue contratado para defenderlo de los ataques de otros «hackers».
Por otro lado, el periodista Marco Ansaldo señala que los investigadores vaticanos secuestraron la computadora, las agendas y el teléfono «inteligente» de Paolo Gabriele. Encontraron que había un «numeroso» intercambio de mensajes y algunos e-mails entre el mayordomo infiel y la profesora Ingrid Stampa.
Stampa fue durante muchos años la gobernanta del cardenal Joseph Ratzinger, el actual Benedicto XVI. Musicóloga, traductora de varios libros del actual Papa, la profesora Stampa, según la prensa germana, es amiga del obispo también alemán Josef Clemens, que durante 19 años sirvió como secretario de Ratzinger.
La Repubblica vuelve a la carga después de haber publicado el mes pasado un artículo en el que sostenía la existencia de un tercer personaje vinculado a Stampa y el obispo Clemens. Se trata del cardenal Paolo Sardi, que era el responsable de la oficina que se ocupa de los discursos del Papa. Las sospechas se refieren a que las sustracciones de documentos y otros hechos ocurridos en las cercanías del Papa apuntaban a desprestigiar el creciente poder de monseñor Georg Gaenswein, el secretario personal de Benedicto XVI.
Si algo de esto es cierto, resulta creíble que el mayordomo infiel fue sugestionado y manipulado . Gabriele dijo a los magistrados vaticanos que había actuado para «ayudar» al pontífice que «está mal informado».
En cuanto al papel en esta historia del informático Claudio Sciarpelletti, los misterios se acumulan. Ahora se sabe que el personaje «marginal» tenía acceso a los apartamentos pontificios para mantener como técnico el sistema informático y reparar las computadoras. Como funcionario de la Secretaría de Estado poseía las claves para entrar en los sistemas cifrados. Entre ellos, los nombres de los secretos titulares de cuentas corrientes del IOR, el banco del Papa, y también de los altos funcionarios de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia.
Sciarpelletti había aprobado nombrar a un «hacker» italiano que decidió hacer mutis por el foro al enterarse del arresto del mayordomo infiel y de la breve condición de preso (un día) de Sciarpelletti. Abandonó Italia y, según La Repubblica , no se lo puede ubicar.
La decisión de procesar a Sciarpelletti se basa en que le fue encontrado en su escritorio un sobre con el nombre de Paolo Gabriele. El técnico dio varias versiones, pero en la decisión de mandar a proceso, probablemente en setiembre, a él y al mayordomo infiel, los nombres son muy escasos.