No se trata de exhibir el bien que se hace, sino de dar testimonio de la gran caridad presente en la Iglesia que debe resplandecer como luz que ilumina el mundo
El presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, Giuseppe Versaldi, pidió privilegiar la «medicina evangélica» de la «corrección fraterna«, por encima de la denuncia a las autoridades competentes, cuando existe una sospecha de corrupción en la Iglesia católica.
Versaldi se refirió a los posibles casos de mal gobierno eclesiástico en un discurso dirigido al pleno del Sínodo de los Obispos, la cumbre episcopal que tiene lugar estos días en la Santa Sede.
«Existe una real dificultad a encontrar el justo equilibrio entre las prioritarias exigencias del fin espiritual y las técnicas con las cuales los bienes materiales son tratados por las administraciones eclesiásticas, en cuanto estas técnicas son dictadas por el mundo y en ocasiones pueden estar en contraste con el fin religioso», dijo.
«Como consecuencia pueden existir errores de parte de aquellos que administran los bienes eclesiásticos hacia los cuales debe valer en la Iglesia la presunción de buena intención y de honestidad, hasta la demostración de lo contrario, antes que la fácil acusación de interés y de poder personal propia de los denigradores de la Iglesia», agregó.
Según el purpurado, en los casos de supuesta mala administración, la «terapia» que debe valer es la «medicina evangélica de la corrección fraterna».
Insistió que antes de la denuncia a las autoridades debe valer el diálogo personal con la persona, para dar la posibilidad de una revisión y una reparación ya que la transparencia no significa automáticamente la publicación del mal que lleva al escándalo.
Además, estableció que sólo si no existe cambio en el involucrado, se debe recurrir a la autoridad a la cual compete la tarea de verificar las acusaciones, sin que éstas sean ya consideradas como prueba de mal gobierno.
«Se necesita que la Iglesia comunique mejor cómo son usados los bienes en su posesión que están al servicio de la evangelización y de la promoción humana en todo el mundo», estableció.
«No se trata de exhibir el bien que se hace, sino de dar testimonio de la gran caridad presente en la Iglesia que debe resplandecer como luz que ilumina el mundo», apuntó.
(Rd/Notimex)