El equipo compite bajo los colores blanco y amarillo y lo conforman sacerdotes, seminaristas y miembros de la guardia suiza
Allá por el año 2000 el Papa Juan Pablo II creó que el departamento de deportes del Vaticano, con la idea de reanimar la tradición del deporte dentro de la comunidad cristiana. Aquella innovación mezclada con la pasión del Cardenal Tarcisio Bertone por el fútbol acabaron dando lugar a la creación de la selección de fútbol del Vaticano.
En realidad, designar así al equipo que compite bajo los colores blanco y amarillo y que conforman sacerdotes, seminaristas y miembros de la guardia suiza es incorrecto, ya que ninguno de ellos tiene la nacionalidad vaticana. En cualquier caso, este peculiar equipo de fútbol (y de paz) veía la luz hace poco más de una década.
Por supuesto, la FIFA no reconoce al Vaticano como una selección, algo que también le pasa a Mónaco, la primera rival histórica del «santo combinado». El partido se disputó en Roma el 23 de noviembre de 2002 y ninguno de los dos equipos fue capaz de anotar un sólo gol.
Cuatro años más tarde, el equipo volvería al campo para enfrentarse al SV Vollmond, equipo suizo de barrio. El Vaticano ganó 5-1 en un partido que también se disputó en Roma. El 19 de diciembre de ese mismo año, el conjunto blanco y amarillo logró su mayor éxito: un empate a cero ante una selección FIFA, la débil San Marino.
Aunque el equipo «nacional» ya había disputado tres partidos, no se podía decir que fuese un combinado como tal. El equipo era un conjunto de religiosos que tenían la potestad para apuntarse o desapuntarse del equipo. Sin embargo, en 2010 el Vaticano funcionó como selección de verdad por primera vez.
Con el objetivo de recaudar dinero para Cáritas, el estado pontificio organizó un partido entre su combinado y la policía financiera italiana. Para el partido, el Vaticano reclamó los servicios de Giovanni Trapattoni (por entonces seleccionador de Irlanda) como entrenador. Por su parte, Roberto Donadoni fue el encargado de dirigir al equipo visitante. Así, un 23 de octubre de 2010 el equipo nacional del Vaticano veía la luz por primera vez.
Desde entonces, el conjunto (al que abandonó Trapattoni) ha disputado tres partidos más, todos ellos bajo contextos benéficos. Tres días después de debutar como selección, los jugadores viajaron a Palestina para enfrentarse al combinado local, al que vencieron por un tanto a nueve. Lo importante no era el resultado sino dar un halo de esperanza a través del deporte a la población palestina.
En 2011 el Vaticano celebró sus dos últimos partidos. El 3 de febrero ante la policía de Roma y el 7 de mayo ante Mónaco. Ambos partidos acabaron con victoria para el país más religioso del mundo. Los ‘carabinieri’ sucumbieron por 9-1 mientras que el equipo del acaudalado Principado cayó con más dignidad: 2-1. Con este segundo enfrentamiento ante la ciudad-estado el Vaticano puso punto y aparte a los partidos «internacionales» de fútbol. De momento no ha surgido ninguna oportunidad más de evangelizar a través del deporte rey, aunque seguro que en un futuro podremos seguir viendo curas, seminaristas y guardias suizos defender los colores amarillo y blanco en un campo de fútbol.
(RD/Agencias)
