La Iglesia hace un servicio al mundo, pero sabe que puede aprender mucho del mundo, incluso de los no creyentes, incluso de la persecución
«No esperen los fieles que sus obispos tengan la solución para todo. La Iglesia hace un servicio al mundo, pero sabe que puede aprender mucho del mundo, incluso de los no creyentes, incluso de la persecución». El teólogo José María González Faus reprodujo estas manifestaciones expuestas en la Constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II durante la conferencia pronunciada sobre la novedad que supuso el mismo respecto de Dios, el mundo y la Iglesia. «Como cristianos, esa actitud servicial es de las cosas que más tendríamos que pedir a la Iglesia de hoy, porque si no es así no somos señal eficaz del amor de Dios a este mundo». Lo cuenta José Manuel Quesada en El Almería.
La libertad religiosa, colegialidad, apertura a las otras religiones o la necesidad de reforma en la Iglesia forman parte no sólo del espíritu sino de la letra del Concilio, que rompen con la tradición del siglo XIX para recuperar la mejor tradición y la vivencia más original de la Iglesia, expuso González Faus. «Novedosamente aparece la idea de Dios, la identidad de Dios. Ante la idea de que Dios es un ser perfectísimo, brota una Iglesia que representa poder sagrado y una sociedad perfecta; pero si tomamos la definición de que Dios es amor, brota una Iglesia que tiene que ser señal y signo visible de ese amor, un sacramento de la comunión, que quiere decir amor realizado y que hace una Iglesia servidora».
Para saber más, pincha aquí: