Creo que el papa emérito es una persona de una inteligencia extraordinaria, y que habrá pensado muy bien cuál es su papel
(José Manuel Vidal, enviado especial al Vaticano).- «España está muy alta en la agenda de prioridades del Vaticano. Es un país con una enorme importancia en el mapa del cristianismo mundial». Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga es Embajador de España ante la Santa Sede. 55 años, casado, con un hijo madrileño, lleva casi un año al frente de esta importantísima delegación diplomática española.
Desde una de las estancias de la embajada, su titular nos cuenta que fue creada por los Reyes Católicos en 1480: «Es la más antigua del mundo«, explica, y opina que «si algo demuestra la embajada de España ante la Santa Sede, es el poderío, la fuerza y la continuidad del Estado español desde hace cinco siglos».
Asegura que España ocupa un puesto privilegiado en la agenda de prioridades del Vaticano, «en parte por su preocupación por la secularización de nuestro país»; y nos transmite su deseo de que la embajada de España en el Vaticano «no sea sólo un palacio maravilloso, sino también un centro vivo de cultura y de debate».
Por último, califica la decisión de Benedicto XVI de dejar su pontificado como «la lección de que incluso la máxima dignidad en la tierra puede renunciar a ella«.
Es usted un testigo privilegiado de los acontecimientos que está sucediendo en la Santa Sede.
Suelo decir que esta embajada, más que un destino diplomático, es toda una experiencia de vida, profesional y humana. Y en estos momentos, aún más. La embajada de España ante la Santa Sede está considerada como una de las más importantes delegaciones de nuestro país, pero también para el Vaticano ésta embajada, por ser la de España, es de las más importantes. Los tiempos que estamos viviendo ahora intensifican más esta relevancia.
¿Es también la más antigua?
Es la más antigua del mundo. Esta embajada la crearon los Reyes Católicos en 1480, y desde entonces ha venido funcionando de manera prácticamente ininterrumpida, hasta hoy. Ha trascendido a todos los sistemas políticos que ha habido en España, todos nuestros avatares históricos… Y creo que esto demuestra básicamente dos cosas: en primer lugar la importancia que España ha dado siempre a sus relaciones con el Vaticano; y en segundo lugar, la marca España (que está tan de moda ahora), porque si algo demuestra esta embajada en la Piazza d’Espagna es el poderío, la fuerza y la continuidad del Estado español desde hace cinco siglos.
El Papa Benedicto XVI estuvo frente a esta embajada en el día de la Inmaculada. ¿Qué recuerda de esa ocasión, y del momento en que le visitó personalmente para presentarle sus cartas credenciales?
Empezando por las credenciales, creo que para toda persona y para todo cristiano estar con el Papa prácticamente a solas es algo muy especial. Aparte de la impresión humana que eso supone, quiero resaltar que fue también una reunión de trabajo, en la que analizamos los puntos de las relaciones bilaterales, y también los campos donde la cooperación entre España y la Santa Sede pueden desarrollarse a nivel internacional. El Santo Padre, cómo no, hizo referencia a sus reiteradas visitas a España a lo largo de su pontificado, y en todo momento se manifestó en términos especialmente cariñosos hacia nuestro país y hacia los españoles. Fue, en definitiva, una ocasión muy entrañable y fructífera; y una entrevista profesional también.
En cuanto a la Inmaculada, es una fiesta muy popular en Roma, una fecha muy señalada. La Plaza de España se llena de gente porque el Santo Padre viene aquí desde la proclamación del dogma por Pío Nono, y lo que hace es que se sitúa justo en frente de la entrada de la embajada y reza a la Virgen. El Papa emérito disertó sobre una serie de temas espirituales, y luego hubo un saludo protocolario a las autoridades romanas y al embajador de España ante la Santa Sede (en este caso, iba acompañado también de mi esposa). Fue un saludo muy breve pero muy significativo, porque no es normal que un embajador de un país extranjero sea saludado por el Papa en medio de una plaza romana. Lo que recuerdo de ese día, también, es que hacía un frío tremendo, un viento gélido; y que el Santo Padre se abrigaba con ese capote tan bonito que lleva. La verdad es que aguantó muy bien las inclemencias del tiempo, y manejó muy bien los papeles aunque el viento se los movía. Estuvo muy ágil y lúcido, cuando realmente no era un buen día para estar al aire libre.
¿Le sorprendió mucho la renuncia?
Sí, cómo no. Era algo que nadie esperaba, aunque, por otra parte, él mismo había venido avisando desde hacía un par de años (sobre todo desde la publicación de la célebre entrevista con Peter Seewald, donde él hacía mención no sólo a la posibilidad de renunciar, sino casi a la obligación de renunciar si veía que las fuerzas físicas, espirituales o morales le abandonaban). Entonces, en cierta forma esto planeaba desde entonces. El cuerpo diplomático que le vemos con regularidad siempre estamos analizando su estado físico y haciendo cábalas de si hoy está mejor o peor que ayer… Pero nadie pensaba que ese paso fuera a darse. Cuando ocurrió, todo el mundo se quedó perplejo.
De su legado, ¿qué considera más importante?
Como embajador de España, el interés que siempre ha prestado a nuestro país.
¿Cree que ese interés era también preocupación, por ejemplo, por la secularización?
Sin duda. España está muy alta en la agenda de prioridades del Vaticano. No descubro nada nuevo al decir que es un país con una enorme importancia en el mapa del cristianismo mundial. Realmente la secularización golpea fuertemente a nuestro país, y creo que esto en el Vaticano preocupa muchísimo. De hecho, la Nueva Evangelización va dirigida precisamente a combatir el tema de la secularización.
En definitiva, el interés del Papa Benedicto con España ha sido lo que más me ha impactado, y luego toda su labor pastoral, tanto a través de sus tres encíclicas, como de los libros «de divulgación» sobre la figura de Jesús de Nazaret que yo he leído (como tantas otras personas), y que realmente han tenido una gran importancia en nuestro conocimiento y meditación de la figura de Jesús.
¿Se puede decir que su renuncia es un gesto de no aferrarse al poder, y por lo tanto una lección hacia dentro y hacia fuera?
Yo creo que sí. Creo que el Papa ha hecho bien en renunciar y ha explicado muy bien cuáles son las razones por las que se ha ido. Lo ha hecho muy bien en el sentido en que se ha apegado en todo momento al Derecho Canónico, lo ha anunciado primero en latín y luego en italiano ante un círculo selecto de cardenales reunidos en un consistorio… Y en las casi tres semanas que transcurrieron desde el 11 de febrero hasta el 18 mantuvo una actitud ejemplar de serenidad, de coherencia y de dignidad, aunque no era fácil (porque todos los ojos del mundo estaban puestos sobre su persona).
Realmente fue muy impactante ver cómo, teniendo toda la atención mundial centrada en su persona, llevaba su actuación con una entereza tremenda, tanto en la misa del Miércoles de Ceniza (que fue su primera aparición litúrgica pública después de la renuncia), como en el Ángelus del domingo, y finalmente en la última y multitudinaria Audiencia General que dio en la Plaza de San Pedro, y que fue toda una experiencia para los que estábamos allí. Fue una sensación agridulce, en el sentido de que se iba (dejaba el cargo), pero seguía estando con nosotros. Es una situación insólita, sin precedentes en la historia del Papado, y había una impresión algo irreal en todo aquello (porque los papas, prácticamente siempre, han estado en la silla de San Pedro hasta el final de su vida).
Creo que este caso es una lección en todos los sentidos, no sólo para políticos, sino para todas las personas, de que incluso la máxima dignidad en la tierra (que, desde mi punto de vista, es el Pontífice) puede renunciar a ella con cierta normalidad.
¿Le llamó la atención la forma que tuvo de irse (moderna y a la vez antigua) en helicóptero?
Estaba aquí en el despacho y me avisaron. Salí fuera y lo vi pasar camino de Castel Gandolfo, dando la vuelta con el helicóptero a la cúpula de San Pedro. Fue una imagen única que tenía algo de celestial.
¿Tuvo la sensación de estar presenciando algo histórico?
Evidentemente. En la gran historia de la Iglesia y de los papas, éste ha sido un mes muy significativo.
¿Prevé que pueda haber algún problema en la cohabitación entre un papa emérito y un papa reinante, cuando sea elegido?
Creo que el papa emérito es una persona de una inteligencia extraordinaria, y que habrá pensado muy bien cuál es su papel. Ha dicho claramente que se va a esconder del mundo, pero su hermano Georg ha transmitido su intención de dar consejo en caso de que se le pida. Creo que el papa emérito va a cumplir realmente el designio de esconderse del mundo, dedicándose a la oración y al estudio.
¿Cree que veremos una fotografía del encuentro entre los dos papas?
Bueno, ahí ya entramos en un terreno un poco especulativo. La verdad es que no estoy seguro de que vayamos a ver esa fotografía, pero puede que sí.
¿No le parece probable que se produzca ese encuentro?
Sí. Lo que dudo es que ese momento se inmortalice en una fotografía.
¿Cuál sería su papa soñado?
Sería muy pretencioso por mi parte decir cuál es mi papa soñado. Quiero un papa que sea el que la Iglesia de hoy necesita, y la Iglesia de hoy necesita un papa de una profunda formación, una enorme espiritualidad, y un dinamismo que pueda servir para llevar a cabo la principal tarea de la Iglesia, que creo que es la Nueva Evangelización. No quiero decir un papa dinámico, pero si un papa que tenga el vigor suficiente como para llevar adelante esta tarea con la necesaria fuerza e inspiración. Confío y estoy seguro de que el cónclave elegirá al mejor pontífice posible.
¿Cuál cree usted que va a ser el papel de los cinco cardenales españoles dentro del cónclave?
Creo que los cardenales españoles tienen mucho prestigio en el Colegio Cardenalicio. He hablado con algunos de ellos en los últimos días, sé que están muy activos, y estoy seguro de que sus opiniones van a tener peso. Obviamente, nuestra relación con Iberoamérica (y la suya con los cardenales iberoamericanos) va a ser importante, porque ahí hay un grupo, una comunidad no sólo de lenguas, sino también de sensibilidades, que dentro del Colegio Cardenalicio tiene un cierto peso.
Uno de sus antecesores, don Francisco Vázquez, se quejaba del poco peso de España en la Curia..
Yo creo que el peso de España en la Curia es importante. Hay muchos «altos cargos» en la Administración curial que son españoles. Quizá sea en la Secretaría de Estado donde el peso de España es inferior del que nos gustaría; pero en el conjunto de la Curia creo que España está muy bien representada.
Desde que el señor Rajoy ha llegado al poder en España, las relaciones bilaterales con la Santa Sede están muy tranquilas. ¿Prevé que sigan así?
No sé si la palabra es «tranquilas». Yo diría que son fluidas, sinceras e intensas; y obviamente se prevé que sigan siendo así, porque este Gobierno tiene una sensibilidad muy clara en cuanto al hecho religioso mayoritario de España, que es el cristianismo. Todo apunta a la continuación de esta colaboración y de esta relación.
Cuando tuve el honor de ser nombrado embajador ante la Santa Sede me instruyeron desde el Gobierno para intensificar la cooperación de Estado a Estado en el ámbito internacional, porque no podemos olvidar que el Vaticano es un actor global de primer orden en temas como la paz, el desarrollo, la cooperación, la protección de los derechos humanos, el fomento de la libertad religiosa… Ahí hay todo un campo de colaboración internacional en el que España y la Santa Sede tienen mucho futuro y mucha proyección.
¿Cuál es su hoja de ruta? ¿Qué se plantea, a grandes rasgos, en la relación con el Vaticano, y con el nuevo papa?
Intensificar nuestra relación en el ámbito internacional y mantener la fluidez de las relaciones en las cuestiones bilaterales.
¿Y a largo plazo?
A largo plazo queremos además que la embajada de España ante la Santa Sede sea un centro de actividad. Estamos haciendo ahora una serie que se llama «Conversaciones en el palacio de España«. Hace 10 días estuvieron aquí el cardenal Cañizares, el ministro del Interior Jorge Fernández y un ex ministro italiano debatiendo sobre la religión en el espacio público. Ésta es una iniciativa que hemos tomado con el cardenal Ravasi, que es el presidente del Pontificio Consejo de Cultura; y en los próximos meses va a haber tres debates más sobre temas que interesan tanto a España como a la Santa Sede, en un ámbito sociocultural. En el mes de abril habrá otro debate: «Europa, ¿hacia dónde?«, en el mes de mayo otro sobre «Lo bello y lo sacro en el arte actual«, y se prevé un debate final para el mes de junio, siempre en el Palacio de España, entre el cardenal Ravasi y Mario Vargas Llosa, en el que hablarían de la presencia de Dios en la literatura contemporánea.
Creo que esto es sumamente interesante. En los meses pasados hemos hecho un ciclo sobre el Concilio Vaticano II a 50 años vista. La primera conferencia corrió a cargo del cardenal Rouco, y la última del cardenal Cañizares. Intervinieron también el cardenal Herraz y Olegario González de Cardenal; y pienso que fue una contribución importante de eclesiásticos españoles para hacer un balance del Concilio Vaticano II.
¿Es decir, que quieren convertir la embajada en una referencia de debate cultural y socio-religioso?
Sí, eso me parece fundamental. Que esto no sea sólo un palacio maravilloso, sino que sea también un centro vivo. Queremos hacer también la semana que viene una presentación poética del Vía Crucis, queremos que haya exposiciones de artistas españoles sobre temas religiosos… Queremos, en definitiva, que esta embajada siga teniendo el papel vibrante que ha tenido durante sus cinco siglos de historia.
¿Cree que tendremos pronto el «habemus papam»?
Se quiere (así lo ha dicho el padre Lombardi) que antes de Semana Santa haya papa. Pero eso es algo que evidentemente escapa a nuestras previsiones. La voluntad de encontrar un sucesor al papa emérito de una manera lo más breve posible, está. Y todo apunta a que se va a poder dar. Pero obviamente nadie lo puede asegurar.
¿Será usted de los primeros que inviten al próximo papa a visitar España?
Por supuesto.
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