Un misterio que encierra cinco siglos de historia, muchas lágrimas, alguna que otra excomunión y una enorme responsabilidad bajo los hombros de 115 hombres que, a partir del martes, tendrán que elegir al 266 sucesor de Pedro
(Texto y fotos: Jesús Bastante, enviado especial al Vaticano).- Es una de las joyas del arte mundial y, cada cierto tiempo, se convierte en el centro del mundo Así será a partir del próximo martes, cuando suene el «Extra Omnes» y 115 hombres se encierren a cal y canto para elegir al nuevo Papa. La Capilla Sixtina, obra cumbre de Miguel Ángel Buonarrotti, acogerá de nuevo el Cónclave. Una treintena de periodistas ha podido visitarla esta mañana. Entre ellos, este cronista de Religión Digital.
Arrancamos subiendo por las escaleras de la Logia de San Pedro, las mismas que recorrerán, todos los días hasta la fumata blanca, los cardenales electores. Construida en 1484 para el Papa Sixto IV (de ahí le viene el nombre), la Capilla Sixtina debe su fama al ingenio de Miguel Ángel, quien por encargo de Julio II (con quien mantuvo una intensa y difícil relación, magistralmente plasmada en El tormento y el Éxtasis) pintó una serie de frescos que representan nueve escenas del libro del Génesis y que suponen la cumbre del arte renacentista. Una auténtica obra de arte, que tuvo su colofón, 20 años después, con el Juicio Final en la pared del altar, éste por encargo de Clemente VII.
Será bajo dicho altar donde los cardenales, uno a uno, vayan depositando las papeletas con el nombre de sus candidatos a pontífice. Y allí, bajo la mirada atenta del dedo de Dios apuntando a Adán, se contarán y coserán los votos. Sea cual sea el resultado, el cardenal encargado del recuento recorrerá toda la sala hasta salir del territorio vallado y quemar las papeletas.
El humo saldrá de la estufa utilizada desde 1939 (el Cónclave que eligió a Pío XII), y que esta vez contará con otra de apoyo (para que el humo sea más visible en el exterior), a través de un tubo de cobre que dará a la famosa chimenea de donde saldrá la «fumata», negra o blanca, que el mundo entero verá aparecer gracias a una cámara instalada a pocos metros de la misma. Resulta curioso imaginar que tras una pequeña y desvencijada chimenea -colocada hoy mismo por los operarios- se encuentre una de las maravillas de la Humanidad.
Y es que la Sixtina, donde se han celebrado, hasta la fecha, 24 cónclaves (el del martes será el número 25), alberga además obras de importantes artistas del Renacimiento como Botticelli, Ghirlandaio, Pinturicchio y Signorelli.
Hoy, los operarios -muchos de los cuales ya participaron en el anterior cónclave- se afanaban en colocar las mesas -cubiertas para la ocasión con un mantel de fieltro rojo oscuro, y bajo una moqueta beige- y las sillas donde se ubicarán los cardenales.
Ya se ha culminado la rampa, así como la tarima, para arreglar el desnivel original existente y evitar posibles traspiés de los purpurados, que tienen que estar a lo que están. Las paredes laterales han sido recubiertas con falsos cortinajes, y sólo una puerta queda abierta. Al fondo, a la izquierda: la sacristía, donde se vestirá el nuevo Papa.
Ya se han hecho pruebas para la famosa estufa, aunque, como indicó el padre Federico Lombardi, el hecho de que falle o que pueda llevar a equívocos a los fieles congregados en la plaza de San Pedro, «forma parte del misterio». Un misterio que encierra cinco siglos de historia, muchas lágrimas, alguna que otra excomunión y una enorme responsabilidad bajo los hombros de 115 hombres que, a partir del martes, tendrán que elegir al 266 sucesor de Pedro.
Todo está casi listo: la rampa, la tarima, las mesas, la estufa… sólo falta la entrada de los cardenales, el cierre de las puertas «cum clave»… y la llegada del Espíritu.