¿Quién será el elegido? ¿Cuándo? ¿Qué dirá? Sólo parecen claras dos cosas: que Roma acogerá su nombramiento con lluvia, y que miles de fieles estarán arropando al nuevo Papa
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(Jesús Bastante, enviado especial al Vaticano).- Miles de paraguas forman un arcoiris en la plaza de San Pedro. Así es la Iglesia, multicolor, diferente… unida hoy a la hora de contemplar la pequeña chimenea de la Capilla Sixtina que, a las once de la mañana, no ha soltado ningún humo. Sólo podria haber salido blanco a esta hora. A las doce y media, segunda fumata, correspondiente a la tercera votación del Cónclave más abierto de las últimas décadas.
Hasta ayer por la noche, la elección del sucesor de Benedicto XVI parecía cosa de los cardenales y de los medios de comunicación. A diferencia de lo sucedido hace ocho años, con la muerte de Juan Pablo II y la elección de Joseph Ratzinger, no había vida en la plaza de San Pedro y sus aledaños. Muy pocas pancartas, gestos, grios… apenas personas más allá de los turistas que hacen a la Ciudad Eterna el lugar más hermoso y caótico del mundo.
Todo empezó a cambiar durante la Misa Pro Eligendo Pontífice. La basílica de San Pedro, abierta sin restricciones a los fieles, se llenó casi por completo para la celebración, la única en la que los fieles participan antes del inicio del Cónclave. El resto de su cometido, a lo largo de estos días, consiste en rezar, confiar en el Espíritu… y mirar a la chimenea. Y después, aclamar al elegido.
Curiosamente, Roma despertó con el humo, y con la lluvia. A última hora del martes, cuando se acercaba el difuso momento -no se sabía la hora- en que saldría la primera fumata, miles de personas (más de 30.000 según datos oficiales) se congregaron en torno a la plaza de San Pedro, para seguir, con prismáticos o aguzando la vista, o bien a través de las pantallas gigantes instaladas, la salida del humo de la Sixtina.
El «fuelle» colocado en esta ocasión al lado de la estufa original hizo que el humo no fuera negro, sino negrísimo. No dejó lugar a dudas. No hubo Papa ayer anoche, como tampoco lo ha habido tras la segunda votación, al menos si nos atenemos a la ausencia de humo (en las primeras votaciones de la mañana y de la tarde, sólo se prenden las papeletas si ha habido elección papal. En caso contrario, hay que esperar al último escrutinio -12,30 o 19 horas, respectivamente-).
Los fieles congregados en San Pedro y Via della Conziliazione tendrán que esperar al menos una hora y media más. Todo son dudas, preguntas sobre por qué no sale el humo, si ha de salir siempre o sólo cuando es blanco, si los periodistas sabemos algo nuevo, incluso de quién es el elegido o cuántos votos obtuvo Scola, o Dolan, u O’Malley (el favorito de los italianos) en el primer escrutinio de anoche. Banderas de Alemania, España, Italia, Chequia…
Esta mañana, antes de comenzar la lluvia, la plaza de San Pedro aparecía cuasi vacía. Apenas un peregrino orando en silencio, descalzo, arrodillado en el empedrado… Con la cabeza dirigida al balcón, en profundo recogimiento, imperturbable a los pocos curiosos que casi le rodeaban con extrañeza. Clamando con fe por la elección de nuevo Papa para una nueva Iglesia.
Todo son preguntas en torno a la sede de Pedro. ¿Quién será el elegido? ¿Cuándo? ¿Qué dirá? Sólo parecen claras dos cosas: que Roma acogerá su nombramiento con lluvia, y que miles de fieles estarán arropando al nuevo Papa.