(José Manuel Vidal).- Se desvaneció en plena misa del Domingo de Ramos. El cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación del Clero, acompañaba el pasado domingo al Papa Francisco y al cardenal Amato, en la concelebración de la solemne liturgia, que abre los ritos de la Semana Santa. Y, de pronto, perdió el sentido y se cayó al suelo, al mismo tiempo que la silla donde estaba sentado.
Ayudado inmediatamente por los ceremonieros, pudo reincorporarse y aguantar el tirón hasta el final de la celebración. Al término de la eucaristía fue conducido al Policlínico Gemelli de Roma, donde se recupera satisfactoriamente y, al parecer, su estado de salud no reviste gravedad alguna. Según algunos medios, el desvanecimiento del cardenal podría deberse al estrés acumulado en los últimos tiempos.
Piacenza, uno de los «pesos pesados» de la Curia romana, discípulo del recordado cardenal Siri, es uno de los cardenales de la rosa de eventuales Secretarios de Estado del nuevo papa, en sustitución del salesiano Tarcisio Bertone.
Procedente de la escuela diplomática, respetado por unos y por otros, es considerado un hombre eficaz y un gobernante con decisión.
Entrañable en las distancias cortas, conoce perfectamente la Curia romana y, durante la última y tormentosa época de intrigas y Vatileaks, supo mantenerse al margen y sin contaminar.
De ahí que sus posibilidades aumenten, dado que, además, con su nombramiento se cumpliría una de las reglas no escritas del gobierno de la Iglesia: que a un Papa extranjero le corresponde un Secretario de Estado italiano. Aunque ya se sabe lo que duran las costumbres con el Papa Francisco.