La alegría de saber que Jesús está vivo, la esperanza que llena sus corazones no se puede contener
(RV).- «La Muerte y Resurrección de Cristo son el corazón de nuestra fe«, ha dicho Papa Francisco, retomando las catequesis del año de la fe. «Es la resurrección de Cristo la que nos abre a una esperanza más grande, porque abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado, la muerte pueden ser vencidos -explicó Francisco-«.
«Y esto nos lleva a vivir con más confianza la realidad cotidiana, a afrontarla con coraje y compromiso. La resurrección de Cristo es nuestra fuerza», añadió.
«Deteniéndose en los testimonios en forma de relatos que se encuentran en el evangelio, noto que los primeros testigos de este evento fueron las mujeres. Estas «son impulsadas por el amor y saben recibir este anuncio con fe: creen e inmediatamente lo transmiten, no se lo guardan para sí. La alegría de saber que Jesús está vivo, la esperanza que llena sus corazones no se puede contener. Esto debería suceder también en nuestra vida… ¡Tenemos el coraje de «salir» para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de nuestra vida! La resurrección de Cristo es nuestra certeza más grande; ¡es el tesoro más precioso! ¡Cómo no compartir con los otros este tesoro, esta certeza tan bella!
Resumen de las palabras del Obispo de Roma
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos de nuevo con las catequesis del Año de la fe, reflexionando sobre la resurrección de Jesús. ¿Cómo se ha transmitido esta verdad de fe? En las Escrituras encontramos dos tipos de testimonios al respecto: el primero, las breves fórmulas como la que hemos escuchado en la lectura del Apóstol, que indican con concisión el núcleo de la fe: la pasión, muerte y resurrección del Señor. El segundo, las narraciones que relatan el acontecimiento. Es significativo el hecho de que sean mujeres, que según la ley no podían dar un testimonio fiable, las primeras en anunciar la resurrección. Dios no las elige con criterios humanos sino que mira a su corazón. Su experiencia parte del amor, que las mueve a acudir al sepulcro, y que las hace capaces de acoger el signo de la tumba vacía y el anuncio del mensajero de Dios, y trasmitirlo, pues la alegría y la esperanza que las invade no se puede contener. Para los otros discípulos fue más difícil: Pedro se detiene ante el sepulcro vacío, Tomás quiere tocar con sus manos las llagas del cuerpo de Jesús. También nosotros estamos llamados a crecer en la fe a través de los signos del amor de Dios: la Escritura, la Eucaristía y los otros Sacramentos, y de ese modo, la fe en el Resucitado nos impulsará a salir para llevar esta luz a cada rincón de nuestra vida, comunicándola con gestos de caridad, misericordia y perdón.
Saludos de Francisco:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a acoger la alegría que nos trae el Resucitado, para que el encuentro con Jesús abra nuestro corazón a la fe y a la esperanza, haciéndonos valientes testigos de su amor.