Encontrar al Señor, pero más importante dejarnos encontrar por Él: esto es una gracia. Esta es la gracia que nos enseña Pedro
El Papa Francisco ha asegurado que la ‘Misión’ es el paradigma de cada obra de la Iglesia y ha destacado que las Obras Misioneras ayudan a la institución a ‘tener siempre viva la actividad de evangelización, durante la audiencia al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Fernando Filoni, junto a los directores nacionales de las Pontificias Obras Misioneras.
Según el Pontífice, el obispo de Roma ‘está llamado a ser pastor no sólo de su Iglesia particular, sino de todas las Iglesias, de modo que el Evangelio sea comunicado hasta los confines de la tierra’.
En esta línea, el Pontífice ha insistido que las Pontificias Obras Misioneras son plenamente actuales y necesarias porque ‘hay tantos pueblos que todavía no han conocido y encontrado a Cristo, y es urgente encontrar nuevas formas y nuevos caminos para que la gracia de Dios pueda tocar el corazón de cada hombre y mujer para llevarlo a Él’.
Además, ha animado a las comunidades a vencer la tentación de cerrarse en sí mismas preocupadas en los propios problemas para testimoniar la vida de la Iglesia. ‘Frente a la tentación de las comunidades de cerrarse en sí mismas preocupadas en los propios problemas, una tentación muy frecuente –ha precisado el Papa– la tarea es el testimonio profético que la vida de la Iglesia y de las iglesias es la misión, es la misión universal’.
Por otro lado, Francisco ha reconocido que ‘es una misión difícil la que espera, pero con la guía del Espíritu Santo, se convierte en una misión emocionante’ que llama a ‘ofrecer toda la disponibilidad para ser instrumentos de la misericordia de Dios, de su ternura, de su amor por cada hombre y cada mujer, sobre todo por los pobres, excluidos, lejanos’.
Asimismo, el Papa ha recordado a los directores nacionales la invitación de Pablo VI hace cincuenta años a ‘no cansarse de educar a cada cristiano, desde la infancia, en un espíritu verdaderamente universal y misionero y de sensibilizar a la comunidad entera para sostener y ayudar las misiones según la necesidad de cada una’. También ha remarcado que ‘deben realmente convertirse en instrumento privilegiado para la educación al espíritu misionero universal’, así como en una ‘mayor comunión y colaboración entre las iglesias para el anuncio del Evangelio al mundo’.
Finalmente, el Papa ha animado a las Pontificias Obras Misioneras a ‘continuar su empeño para que las iglesias locales asuman cada vez más generosamente su responsabilidad en la misión universal de la Iglesia’ y, citando a Pablo VI, ha invocado a la Virgen para que el mundo pueda recibir la buena noticia ‘no de evangelizadores tristes y desmotivados, impacientes y ansiosos, sino de ministros del Evangelio que hayan recibido primero la gloria de Cristo y acepten meter en juego la propia vida de modo que el Reino sea anunciado y la Iglesia sea implantada en el corazón del mundo’.
Misa en Santa Marta
En la homilía de su misa diaria en Santa Marta, el Papa aseguró que el problema no es ser pecadores, sino no dejarse transformar por el amor del encuentro con Cristo, afirmó este viernes 17 de mayo el Papa en la Misa presidida en Santa Marta. Participaron en la celebración algunos trabajadores de los Museos Vaticanos.
Francisco centró la homilía en el Evangelio del día, en el que Jesús resucitado pregunta a Pedro tres veces que si lo ama. «Es un diálogo de amor, entre el Señor y su discípulo», explicó, que recorre la historia de los encuentros de Pedro con Jesús: desde aquel primer «sígueme» al nombre nuevo -«Te llamarás Cefas, Piedra»-, o a su misión -«aunque Pedro no había entendido nada… la misión estaba».
También se refirió al momento en que Pedro reconoce a Cristo y justo después rechaza el camino de la cruz. Pedro -afirmó el Papa- a menudo «creía ser bueno», en Getsemaní es «fogoso» y «coge una espada» para defender a Jesús, pero después reniega de Él tres veces. Y cuando Jesús le mira fijamente con aquella mirada «tan bella», Pedro llora».
«Jesús en estos encuentros va madurando el alma de Pedro, el corazón de Pedro», lo madura en el amor, prosiguió. Así, cuando oye que Jesús por tres veces le pregunta: «Simón, hijo de Juan, me quieres?», se avergüenza, porque se acuerda de haberlo negado tres veces».
«Pedro se queda mal cuando por tercera vez le pregunta: »»¿Me quieres?»». Este dolor, esta vergüenza… un hombre grande, este Pedro… pecador, pecador. Pero el Señor le hace sentir, a él y a todos nosotros, que todos somos pecadores», explicó Francisco.
«El problema no es ser pecadores: el problema es no arrepentirse del pecado, no sentir vergüenza de lo que hemos hecho -señaló-. Y Pedro tiene esta vergüenza, esta humildad ¿no? El pecado, el pecado de Pedro, es un hecho que con el corazón grande que tenía Pedro, lo lleva a un encuentro nuevo con Jesús, a la alegría del perdón».
El Papa subrayó que el Señor no abandona su promesa: Le había dicho: «Tú eres piedra», y ahora le dice: «Apacienta a mis ovejas», y «entrega a su rebaño a un pecador». Y añadió: «Pero Pedro era un pecador, pero no un corrupto ¿eh? Pecador, sí, como todos: corrupto, no».
La homilía continuó con una anécdota: «Una vez supe de un sacerdote, un buen párroco que trabajaba bien; fue nombrado obispo, y el sentía vergüenza porque no se sentía digno, tenía un tormento espiritual. Y fue al confesor. El confesor le escuchó y le dijo: »Pero no te escandalices. Si con lo que hizo Pedro lo hicieron Papa, ¡tú adelante!». Es que el Señor es así».
Y aclaró: «El Señor nos hace madurar encontrándonos muchas veces con Él, con nuestras debilidades, cuando le reconocemos, con nuestros pecados…».
Pedro «se ha dejado modelar» por «tantos encuentros con Jesús» y esto -afirmó el Papa- «nos sirve a todos nosotros, porque nosotros estamos en el mismo camino».
«Pedro es un grande» -afirmó- no «porque sea bueno» sino porque «es noble, tenía un corazón noble, y esta nobleza lo lleva al llanto, lo lleva a este dolor, a esta vergüenza y también a asumir su trabajo de apacentar al rebaño».
El Papa concluyó pidiendo «que este ejemplo de la vida de un hombre que se encuentra continuamente con el Señor y el Señor lo purifica, lo hace más maduro con estos encuentros, nos ayude a nosotros a seguir adelante, buscando al Señor y encontrándolo, encontrándonos con Él».
Y añadió: «Pero por esto es importante dejarnos encontrarnos por Él: el Señor siempre nos busca, Él siempre está cerca de nosotros. Pero tantas veces, nosotros miramos a otra parte porque no queremos hablar con el Señor o dejarnos encontrar por Él. Encontrar al Señor, pero más importante dejarnos encontrar por Él: esto es una gracia. Esta es la gracia que nos enseña Pedro. Pidamos hoy esta gracia».