Se da la circunstancia de que la primera encíclica de Ratzinger, "Deus Caritas Est", también fue una herencia de Juan Pablo II, quien la había iniciado
(Jesús Bastante).- «Reforma en continuidad». Así parece que se perfila el papado de Francisco, el primer Pontífice que tiene a su lado al Papa emérito. Tanto es así, que la primera encíclica del nuevo Obispo de Roma podría ser un texto que está ultimando su antecesor, una reflexión sobre la Fe, prevista para ser publicada al término del Año de la Fe. Así lo asegura el obispo de Molfeta, Luigi Martella, que en estos días se ha entrevistado con Bergoglio durante la visita ad limina de los prelados itaianos.
En una carta escrita a los fieles de su diócesis, Martella desvela que Bergoglio les comentó que Benedicto XVI «tenía una memoria lucidísima, aunque estaba muy desgastado físicamente. Ahora está decididamente mejor». «Benedicto XVI está terminando de escribir la encíclica sobre la fe que será firmada por el Papa Francisco. Luego, él mismo tratará de preparar su primera encíclica sobre los pobres: Beati pauperes! La pobreza – ha precisado – entendida no en sentido ideológico y político, sino en sentido evangélico», apuntó el prelado.
De ser así, Francisco culminaría la trilogía sobre las virtudes que comenzó Ratzinger con la Esperanza y la Caridad. Hace pocos días, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, confirmaba que el Pontífice emérito «llevaba tiempo trabajando en un documento sobre la fe y quería presentarlo en este año dedicado a la virtud de la creencia religiosa».
Así las cosas Bergoglio podría asumir como propias las ideas vertidas por Benedicto XVI en la que iba a ser su última encíclica, y que parecía destinada a convertirse en un texto opinativo más tras su renuncia. Se da la circunstancia de que la primera encíclica de Ratzinger, «Deus Caritas Est», también fue una herencia de Juan Pablo II, quien la había iniciado. En esta ocasión se daría un paso más, puesto que Francisco pondria su rúbrica a un texto escrito, de principio a fin, por Ratzinger, quien se perfila -si la edad y la salud se lo permiten- como uno de los principales aliados en la política de reformas que auspicia el nuevo Papa y que dejó, casi como una herencia, el papa alemán.