Aprendiendo a superar egoísmos y divisiones, armonizando la variedad y riquezas de cada uno para amar cada vez más a Dios y al prójimo
(RV).El Santo Padre Francisco, destacó con sendos llamamientos la importancia de la solidaridad y el testimonio hacia los hermanos y hermanas obligados en el mundo a huir de persecuciones y violencias. Y la promoción y tutela de la vida en todas sus fases, reiterando que el cristiano es el que dice «sí» a la vida.
Éstas fueron las palabras del Papa sobre los refugiados:
«Mañana se celebrará la Jornada Mundial del Refugiado. Este año estamos especialmente invitados a considerar la situación de las familias refugiadas, a menudo obligadas a dejar rápidamente su casa y patria y a perder todo bien y seguridad para escapar de violencias, persecuciones, o graves discriminaciones por motivo de la religión profesada, de la pertenencia a un grupo étnico, de sus ideas políticas. Además de los peligros del viaje, estas familias corren el riesgo de disgregación y, en el país que las acoge, deben confrontarse con culturas y sociedades diversas de la propia. No podemos ser insensibles con las familias y con todos nuestros hermanos y hermanas refugiados: estamos llamados a ayudarlos, abriéndonos a la comprensión y a la hospitalidad. Que en todo el mundo no falten personas e instituciones que los asistan: ¡en su rostro, está impreso el rostro de Cristo!
Y éste es el nuevo llamamiento del Santo Padre a la tutela de la vida:
El pasado domingo, en el Año de la fe, hemos celebrado a Dios que es Vida y fuente de la vida, Cristo que nos dona la vida divina, el Espíritu Santo que nos mantiene en la relación vital de verdaderos hijos de Dios. Quisiera una vez más dirigir a todos la invitación a recibir y testimoniar el «Evangelio de la vida», a promover y a defender la vida en todas sus dimensiones y en todas sus fases. El cristiano es aquel que dice «sí» a la vida, que dice «sí» a Dios, el Viviente.
La Iglesia, Cuerpo de Cristo al centro de la reflexión del Papa. Una ya habitual plaza de San Pedro repleta de fieles escucha atentamente la catequesis del miércoles de Francisco. Esta mañana el Obispo de Roma se refiere al misterio de la Iglesia convocada por Jesús entre todos los pueblos, comunicándole su Espíritu y constituyéndola místicamente en su cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia, que tiene a Jesucristo como cabeza que lo guía, lo alimenta y lo ayuda.
El Papa recuerda que «como el cuerpo no puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo. Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca para ir en ayuda del necesitado».
Texto completo de la catequesis en español, pronunciada por el Santo Padre Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
Deseo hoy hablar sobre otra expresión conciliar para referirse al misterio de la Iglesia, la de cuerpo: La Iglesia, Cuerpo de Cristo. Jesús convoca de entre todos los pueblos a sus hermanos, les comunica su Espíritu y los constituye místicamente en su cuerpo. La Iglesia no es una asociación asistencial, cultural o política; es un cuerpo vivo, que camina y actúa en la historia, que tiene a Jesucristo como cabeza que lo guía, lo alimenta y lo ayuda. Como el cuerpo no puede sobrevivir separado de la cabeza, tampoco la Iglesia separada de Cristo. Debe permanecer unida a Él, permitiéndole que actúe en ella, que su palabra la guíe, que su presencia eucarística la nutra y anime, que su amor la fortalezca para ir en ayuda del necesitado. Ser parte del Cuerpo de Cristo es estar unidos al Hijo y recibir su vida divina, viviendo cristianamente, estando unidos al Papa y a los Obispos que son instrumentos de comunión, aprendiendo a superar egoísmos y divisiones, armonizando la variedad y riquezas de cada uno para amar cada vez más a Dios y al prójimo.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Costa Rica, Honduras, México, República Dominicana y los demás países latinoamericanos. Pidamos al Señor que nos ayude a ser miembros vivos de su Cuerpo unidos por el amor que el Espíritu Santo derrama en los corazones. Muchas gracias.