Y es que hablar de Romero en la Iglesia, hoy, ya ha dejado de ser tabú. Igual que hablar de una Iglesia pobre y para los pobre
(Jesús Bastante).- Óscar Arnulfo Romero, el obispo mártir de El Salvador, será santo. Y pronto. Éste es el espíritu que se respira actualmente tanto en Roma como en Brasil, donde algunas fuentes apuntan que Francisco podría «hacer algún anuncio en torno a su beatificación» durante la clausura de la JMJ. Una JMJ que, por otro lado, se ha convertido más que en un encuentro con la juventud, en un auténtico viaje programático de Bergoglio.
Nada más acceder al pontificado, Francisco subrayó que «Romero fue un testimonio para todo El Salvador», y ordenó la aceleración del proceso. Ahora, en una entrevista con La Stampa, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, confirmó ayer que se han superado los exámenes doctrinales para la beatificación de Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de El Salvador asesinado en 1980 por oponerse a los paramilitares y defender a los oprimidos.
Un anuncio que, definitivamente, abre la puerta para su beatificación. Y es que hablar de Romero en la Iglesia, hoy, ya ha dejado de ser tabú. Igual que hablar de una Iglesia pobre y para los pobres, y la necesidad de luchar contra los poderosos, contra los que callan la voz de los sin voz, incluso dentro de la misma Iglesia. Por eso mataron a Romero. Por eso, tal vez Francisco, el mismo que habla de lo mismo, lo beatifique muy pronto.
«El proceso va mucho más rápido por el impulso de Francisco«, reconoció Müller, quien añadió que «el semáforo verde» para la beatificación de Romero ya se había encendido durante el pontificado de Benedicto XVI, pero que ha sido Bergoglio quien le ha dado el impulso final. Con expresiones como ésta: «Considero a Óscar Arnulfo Romero un gran testigo de la fe y de la sed de justicia social. Su testimonio se expresaba en las homilías en las que hablaba de las trágicas condiciones de vida que entonces sufría su pueblo».