Seguramente algunos pensaréis que estais excluidos de la salvación por ser pecadores -improvió Bergoglio ante una plaza de San Pedro abarrotada-. No, no, no. Precisamente por eso eres el preferido
(J. Bastante).- Francisco sigue con «sufrimiento y preocupación» la situación en Siria, los «hechos atroces» que han acaecido en las últimas semanas, con posibles ataques con armas químicas incluidos. Y no quiso pasarlo por alto en su Angelus dominical, en el que exigió a la comunidad internacional que «sea sensible a la trágica situación» que se vive en el país, un conflicto que «exige una solución a una guerra entre hermanos«. «Que se apague el ruido de las armas», incidió el pontífice.
En el caluroso mediodía romano, el Papa también se refirió al Evangelio de hoy, dedicado a los que se salvarán. Lejos de los pensamientos de los agoreros y profetas de desventuras, Francisco dejó claro que «Jesús no excluye a nadie«.
«Seguramente algunos pensaréis que estais excluidos de la salvación por ser pecadores -improvió Bergoglio ante una plaza de San Pedro abarrotada-. No, no, no. Precisamente por eso eres el preferido. Jesús prefiere al pecador. Jesús está esperando parsa perdonarte». Algo que también repitió esta mañana a través de su cuenta de Twitter: «No tengan miedo de pedir perdón a Dios. Él no se cansa nunca de perdonar. Dios es todo misericordia«.
Junto a ello, Francisco recordó la necesidad de ser cristianos auténticos, y no de apariencia. «¿Sois cristianos de etiqueta o de verdad? Ser cristiano es vivir el testimonio a través de la oración, de la caridad, de la vida», indicó el Papa.
Llamamiento del Papa tras el rezo del Angelus:
Con gran, con gran, sufrimiento y preocupación sigo la situación en Siria. El aumento de la violencia en una guerra entre hermanos, con el multiplicarse de estragos y actos atroces, que todos hemos podido ver también en las terribles imágenes de estos días, me impulsa, una vez más, a alzar la voz para que se detenga el rumor de las armas.
El enfrentamiento no ofrece perspectivas de esperanza para resolver los problemas, sino la capacidad de encuentro y de diálogo.
Desde lo profundo de mi corazón, quisiera manifestar mi cercanía con la oración y la solidaridad a todas las víctimas de este conflicto, a todos aquellos que sufren, especialmente a los niños, e invitar a tener siempre encendida la esperanza de paz.
Hago un llamamiento a la Comunidad Internacional para que se muestre más sensible hacia esta trágica situación y ponga todo su empeño para ayudar a la querida Nación Siria a encontrar una solución a una guerra que siembra destrucción y muerte.
Todos juntos oremos, todos juntos oremos, a la Virgen Reina de la Paz, María, Reina de la paz ora por nosotros. Todos. María, Reina de la paz ora por nosotros.
Texto completo de la alocución del Papa a la hora del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre el tema de la salvación. Jesús está saliendo de Galilea hacia la ciudad de Jerusalén y a lo largo del camino un tal – relata el evangelista Lucas – se le acerca y le pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (13, 23). Jesús no responde directamente a la pregunta: no es importante saber cuántos se salvan, sino que más bien es importante saber cuál es el camino de la salvación.
Y he aquí entonces que a la pregunta Jesús responde diciendo: «Luchen por entrar por la puerta estrecha, porque, les digo, muchos pretenderán entrar y no podrán». (v. 24). ¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es la puerta por la que debemos entrar? ¿Y por qué Jesús habla de una puerta estrecha?
La imagen de la puerta vuelve varias veces en el Evangelio y se remonta a la de la casa, a la del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor y calor. Jesús nos dice que hay una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él.
Y esa puerta es el mismo Jesús (Cfr. Jn 10, 9). Él es la puerta. Él es el pasaje para la salvación. Él nos conduce al Padre. Y la puerta que es Jesús jamás está cerrada, esta puerta jamás está cerrada. Está abierta siempre y a todos sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.
Porque saben, Jesús no excluye a nadie. Alguno de ustedes quizá podrá decirme, pero Padre, yo estoy excluido, porque soy un gran pecador. He hecho cosas feas. He hecho tantas en la vida. No, no estás excluido. Precisamente por esto eres el preferido. Porque Jesús prefiere al pecador. Siempre, para perdonarlo, para amarlo. Jesús te está esperando para abrazarte, para perdonarte. No tengas miedo. Él te espera. Anímate, ten coraje para entrar por su puerta.
Todos somos invitamos a pasar esta puerta, a atravesar la puerta de la fe, a entrar en su vida, y a hacerlo entrar en nuestra vida, para que Él la transforme, la renueve, le de alegría plena y duradera.
En la actualidad pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que después, nos damos cuenta de que duran un instante. Que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Pero yo les pregunto: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida?
Quisiera decir con fuerza: no tengamos miedo de atravesar la puerta de la fe en Jesús, de dejarlo entrar cada vez más en nuestra vida, de salir de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones, de nuestras indiferencias hacia los demás.
Porque Jesús ilumina nuestra vida con una luz que no se apaga jamás. No es un fuego artificial, un flash, no, es una luz tranquila, que dura siempre. Y que nos da paz. Así es la luz que encontramos si entramos por la puerta de Jesús.
Ciertamente la de Jesús es una puerta estrecha, no porque es una sala de tortura, no por eso. Sino porque nos pide abrir nuestro corazón a Él, reconocernos pecadores, necesitados de su salvación, de su perdón, de su amor, de tener la humildad de acoger su misericordia y hacernos renovar por Él.
Jesús en el Evangelio nos dice que el ser cristianos no es tener una «etiqueta». Y yo les pregunto a ustedes: ¿Ustedes son cristianos de etiqueta o de verdad? Eh esa se responde dentro. No cristianos, jamás cristianos de etiqueta, cristianos de verdad, de corazón. Ser cristianos es vivir y testimoniar la fe en la oración, en las obras de caridad, en promover la justicia, en realizar el bien.
Por la puerta estrecha que es Cristo debe pasar toda nuestra vida.
A la Virgen María, Puerta del Cielo, le pedimos que nos ayude a pasar la puerta de la fe, a dejar que su Hijo transforme nuestra existencia como ha transformado la suya para llevar a todos la alegría del Evangelio.
Angelus domini…