Si Rouco ya no es obispo titular, no tendría por qué acudir a la Visita Ad Limina, y así Francisco tendra mayor libertad para decirle a los obispos españoles qué quiere y cómo lo quiere
(Jesús Bastante).- La jubilación del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, lleva varios meses en el candelero eclesiástico de nuestro país. Hasta hace unos meses, los más cercanos al purpurado aseguraban que Roma seguiría con Rouco el llamado «modelo Meisner» (cardenal de Colonia, que aguantó en el cargo hasta los ochenta años). Sin embargo, el Papa acaba de aceptar, este mediodía, la dimisión del presidente de los obispos alemanes, Robert Zollitsch, a quien sin embargo permitirá permanecer como líder de su Episcopado hasta que finalice su mandato, en marzo. ¿Un nuevo modelo?
Zollitsch, obispo de Friburgo presidente de los obispos alemanes, cumplió 75 años el pasado 9 de agosto. Sin apenas tiempo de espera, y en contra de la práctica de los últimos años, Francisco aceptó de inmediato su renuncia. Al igual que en España, los estatutos del Episcopado germano prohíben que sus cargos directivos sean obispos eméritos, lo cual supondría que Zollitsch tendría que abandonar la presidencia hoy mismo.
Sin embargo, el Papa ha establecido que Robert Zollitsch concluya, en marzo de 2014, su mandato quinquenal como presidente de esta conferencia episcopal, que dirige desde hace una década, cuando sustituyó al cardenal Lehmann. Otra novedad, ¿aplicable también a España?, estriba en que Francisco acepta la renuncia de Zollitsch como obispo, pero no nombra sucesor.
La opción de que el modelo «Zollitsch» sea el que Francisco comience a aplicar en las grandes sedes gana enteros. Ya pasó algo similar en el caso del Patriarca de Lisboa, Policarpo, cuyo mandato concluyó en mayo a los 78 años -cuando todos esperaban que llegase a los 80 años, como Meissner-, o el del cardenal boliviano, Julio Terrazas (también en mayo, a los 77 años). Rouco Varela cumplió 77 años el pasado 20 de agosto, y en marzo tendrá que abandonar la presidencia de la Conferencia Episcopal.
Desde hace meses, viene hablándose de un próximo relevo para el todavía arzobispo de Madrid. Todo parece indicar que éste podría darse de inmediato, y que no tendría por qué venir de la mano del cambio en la Conferencia Episcopal. El anuncio de la renuncia de Zollitsch es buena prueba de ello.
También, el hecho de que Francisco haya convocado a los obispos españoles a una Visita Ad Limina justo en las fechas en las que estaba convocada la Asamblea Plenaria (del 24 al 28 de febrero) en la que se elegiría a toda la cúpula episcopal española, excepción hecha del caso del portavoz (Martínez Camino abandona el 18 de noviembre su cargo).
Distintas fuentes apuntan a que este hecho, que ha pillado absolutamente por sorpresa tanto a Rouco como a Camino, podría tener que ver con la intención de Francisco de separar el relevo del cardenal de Madrid de la nueva línea que quiere para la Iglesia española, llamada a tener una especial relevancia en este pontificado.
«Si Rouco ya no es obispo titular, no tendría por qué acudir a la Visita Ad Limina, y así Francisco tendra mayor libertad para decirle a los obispos españoles qué quiere y cómo lo quiere». Sea como fuere, el cardenal de Madrid, siguiendo el «modelo Zollitsch», podría seguir como presidente del Episcopado pese a pasar a ser emérito. Aunque todos los obispos saben que, una vez no sea prelado en ejercicio, la influencia del cardenal será menor. Blázquez y Osoro apuntan a presidir la Casa de la Iglesia a partir de marzo. El nombramiento del sucesor de Camino, con todo, marcará un antes y un después en el trabajo en la sede de Añastro.