Para él, la Curia es una colaboradora en el gobierno de la Iglesia universal. En este sentido, debe saber cuestionarse de nuevo, con el fin de desarrollar mejor su servicio
(Philippe Levillain, L’Oservatore).- El Concilio es muy claro: pide una auténtica reforma de la Curia y esto emerge en todos los niveles de su trabajo. Ya en la fase previa a la preparación, en las respuestas de los obispos llegadas de todo el mundo, este tema se presenta con frecuencia. Se insiste en la reorganización de algunos dicasterios -por ejemplo el Santo Oficio o Propaganda- una descentralización necesaria para acoger a los obispos residenciales, una mayor internacionalización, la disminución del número de obispos titulares en la Curia y el posible aumento de los laicos, en una mejor articulación de las funciones de los nuncios en sus relaciones con los obispos, en la naturaleza del poder propia de los dicasterios romanos.
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