Hay problemas, inéditos hasta hace pocos años, desde la difusión de las parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces incluso excluyen esta idea; a la unión entre personas del mismo sexo, a quienes se les permite la adopción de hijos
(Jesús Bastante).- Con luces y taquígrafos. La Santa Sede hizo este mediodía público el documento preparatorio para el Sínodo de Obispos Extraordinario sobre la Familia, que incluye el ya famoso cuestionario con 38 preguntas en las que se aborda la situaciones de gays, divorciados vueltos a casar, uniones de hecho o paternidad responsable, entre otras cuestiones.
Las respuestas, según apuntaron en rueda de prensa el cardenal Peter Ërdo; el secretario general del Sínodo, Lorenzo Baldisseri; y Bruno Forte, secretario general de la Asamblea, habrán de llegar a Roma en enero próximo, y se recomienda a los obispos que consulten con fieles y parroquias a la hora de responder al cuestionario. Algo que en nuestra Iglesia española ni se ha planteado, según apuntaron fuentes oficiales a RD.
«Para iniciar el proceso de consulta se ha invitado a las diócesis a difundir el Documento de forma capilar en los decanatos y parroquias con el fin de obtener datos concretos y reales sobre el tema sinodal. Una petición similar se ha formulado a los demás organismos que participarán en el Sínodo», ha señalado monseñor Baldisseri, que ha recordado que la fecha máxima para la entrega de las respuestas es finales de enero de 2014.
Por su parte, el cardenal Ërdo enunció algunos aspectos del documento y del cuestionario, sin eludir los temas más candentes. «No se pueden rechazar los novios católicos que quieran celebrar el verdadero matrimonio ante la Iglesia por el único motivo de su escasa religiosidad o la escasez o falta de su fe religiosa», explicó, recordando que «las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad».
El documento también aborda las uniones de hecho sin reconocimiento religioso o civil y recuerda que «hoy es estadísticamente todavía más vasto el fenómeno de las parejas que viven juntas sin matrimonio religioso o civil y que representan en algunos países la mayoría de las parejas que conviven y la gran mayoría de las parejas jóvenes».
«Con respecto a los divorciados y vueltos a casar (pregunta 4 c-e), se aborda también la cuestión de su atención pastoral y el problema de por qué algunos de ellos se sienten marginados en la Iglesia (4 d)», explica el cardela Erdö, añadiendo que «la cuestión no parece referirse especialmente al acceso a los sacramentos de la penitencia y la comunión – dicho tema se indica en la pregunta 4 e) – pero puede referirse a otras áreas de la vida eclesial, como por ejemplo, las relaciones de trabajo en las instituciones de servicio público a cargo de la Iglesia etc».
Sobre la nulidad matrimonial, «se refiere a la posibilidad de simplificar el procedimiento de declaración de nulidad del matrimonio» y con respecto a las uniones de personas del mismo sexo, «las preguntas 5. a-d) tratan de aclarar las diferentes reglamentaciones civiles y la actitud pastoral de la Iglesia».
Otros de los temas que se abordan es «la educación de los hijos que viven en el contexto de situaciones matrimoniales irregulares», la apertura de los cónyuges a la vida, o la práctica del sacramento de la Penitencia».
Finalmente, Bruno Forte abundó en el deseo de Francisco por alcanzar una «plena colegialidad», «escuchando a todos y trabajando sobre el discernimiento y las elecciones, que compiten para su ministerio petrino».
«Hay problemas, inéditos hasta hace pocos años, desde la difusión de las parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces incluso excluyen esta idea; a la unión entre personas del mismo sexo, a quienes se les permite la adopción de hijos», explica monseñor Bruno Forte, así como «situaciones contextuales nuevas, que requieren una atención especial por parte de la Iglesia, de la cultura del «no compromiso» y de la presupuesta inestabilidad del vínculo a la reformulación de la misma idea de familia», destacó.
Este es un breve resumen del documento, que puede consultar íntegro aquí:
Hoy se presentan problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de parejas de hecho, que no acceden al matrimonio y a veces excluyen la idea del mismo, a las uniones entre personas del mismo sexo, a las cuales a menudo es consentida la adopción de hijos.
Entre las numerosas nuevas situaciones, que exigen la atención y el compromiso pastoral de la Iglesia, bastará recordar: los matrimonios mixtos o inter-religiosos; la familia monoparental; la poligamia, difundida todavía en no pocas partes del mundo; los matrimonios concordados con la consiguiente problemática de la dote, a veces entendida como precio para adquirir la mujer; el sistema de las castas; la cultura de la falta de compromiso y de la presupuesta inestabilidad del vínculo; formas de feminismo hostil a la Iglesia; fenómenos migratorios y reformulación de la idea de familia; pluralismo relativista en la concepción del matrimonio; influencia de los medios de comunicación sobre la cultura popular en la comprensión de la celebración del casamiento y de la vida familiar; tendencias de pensamiento subyacentes en la propuestas legislativas que desprecian la estabilidad y la fidelidad del pacto matrimoni al; la difusión del fenómeno de la maternidad subrogada (alquiler de úteros); nuevas interpretaciones de los derechos humanos.
Pero, sobre todo, en ámbito más estrictamente eclesial, la debilitación o el abandono de fe en la sacramentalidad del matrimonio y en el poder terapéutico de la penitencia sacramental. A partir de todo esto se comprende la urgencia con la cual el episcopado mundial, cum et sub Petro, considera atentamente estos de safíos. Por ejemplo, si sólo se piensa que en el actual contexto muchos niños y jóvenes nacidos de matrimonios irregulares no podrán ver jamás a sus padres acercarse a los sacramentos, se comprende el grado de urgencia de los desafíos puestos por la situación actual, por otro lado difundida ampliamente en la “aldea global”, a la evangelización.
Esta realidad presenta una singular correspondencia con la amplia acogida que está teniendo en nuestros días la enseñanza sobre la misericordia divina y sobre la ternura en relación a las personas heridas, en las periferias geográficas y existenciales: las expectativas que se derivan de ello acerca de las decisiones pastorales sobre la familia son muchas. Por lo tanto, una reflexión del Sínodo de los Obispos sobre estos temas parece tanto necesaria y urgente, cuanto imperativa, como expresión de la caridad de los Pastores, no sólo frente a todos aquellos que son confiados a ellos, sino también frente a toda la familia humana.