El diálogo interreligioso nos enseña a no disminuir las convicciones religiosas de los otros, especialmente cuando están ausentes
(VIS).-El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, intervino ayer en la sesión de apertura del KAICIID, el Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso y Cultural «Rey Abdulah Ben Abdelazid», fundado por Arabia Saudita, España y Austria, con la Santa Sede en calidad de organismo observador y fundador y cuya sede es Viena.
La conferencia, que concluye hoy, quiere sensibilizar a las jóvenes generaciones para que tengan una imagen objetiva, honesta y correcta unas de otras. Con esa perspectiva, se abordarán tres temas a lo largo de tres años. En 2013, con el tema «La imagen del otro», el acento cae en la educación, de ahí la presencia en Viena de numerosos ministros de educación del mundo entero, mientras que la próxima edición estará dedicada al contexto de los medios de comunicación y la última, en 2015, tendrá como protagonista a Internet.
«El diálogo interreligioso – subrayó en su intervención el cardenal- nos enseña a prestar atención para no dar de las otras religiones una imagen negativa en lugares como las escuelas y las universidades, a través de los medios de comunicación o, sobre todo, en los discursos religiosos. Nos enseña a no disminuir las convicciones religiosas de los otros, especialmente cuando están ausentes. Nos enseña a considerar la diversidad en todos sus aspectos, – étnico, cultural, o de visión del mundo- como una riqueza y no como una amenaza«.
«En el centro de nuestras preocupaciones -prosiguió- está la persona humana, hombres y mujeres. Son ellos el objeto de atención de los líderes políticos y religiosos. Cada uno de nosotros es un ciudadano y un creyente y no un ciudadano o un creyente. Todos pertenecemos a la misma familia humana. Y esto significa que compartimos la misma dignidad, afrontamos los mismos problemas, gozamos de los mismos derechos y estamos llamados a cumplir el mismo deber».
En conclusión, reiteró que una de las tareas del KAICIID debe ser la promoción de «la inteligencia del corazón», es decir, la que nos inspira a respetar todo lo que Dios cumple en cada ser humano y, al mismo tiempo, el misterio que cada ser humano representa.Debemos evitar, absolutamente, que las religiones engendren miedos y actitudes de superioridad o exclusión».
Para ese fin, el Centro puede representar «un lugar donde conocerse mejor y compartir capacidades para poder construir un mundo más seguro e iluminado, en el que todos sus habitantes vivan en espíritu de fraternidad«.