Pablo VI, como Francisco, fue un incansable defensor de la paz, y tuvo que demostrarlo durante los años más duros de la Guerra Fría
(Jesús Bastante).- Giovanni Battista Montini será beato, el mismo año en que su antecesor, Juan XXIII, y su sucesor (descontando al «olvidado» Juan Pablo I), Karol Wojtyla eran canonizados. Francisco consagra el Concilio Vaticano II, lo reivindica como guía de su pontificado, y la guinda del pastel es la confirmación de la beatificación de Pablo VI, que tendrá lugar en la plaza de San Pedro el próximo 19 de octubre.
La fecha no está escogida al azar, sino que tiene que ver con la celebración de la primera sesión del Sínodo de Obispos Extraordinario sobre la Familia, en el que se abordarán algunas de las cuestiones que más preocuparon al Papa Montini.
Ayer por la tarde, según informa Radio Vaticano, el Papa recibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y aprobó el milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, quien gobernó la Iglesia católica entre 1963 y 1978, quien tomó las riendas de un Concilio Vaticano II convocado por su antecesor y logró llevarlo a buen término. Al parecer, el milagro es el de la curación de un niño no nacido.
Más allá de la controvertida «Humanae Vitae», sobre el control de natalidad, Pablo VI es el Papa de la «Ecclesiam Suam», que aborda, junto con el Concilio, la presencia de la Iglesia en mitad del mundo; la «Populorum Progressio«, sobre la humanidad y el injusto reparto de los bienes; fue quien abordó el cambio en la liturgia, el diálogo ecuménico -Francisco viaja a Tierra Santa a los 50 años de la histórica visita de Montini- y los primeros viajes al extranjero. Pablo VI, como Francisco, fue un incansable defensor de la paz, y tuvo que demostrarlo durante los años más duros de la Guerra Fría.
Nacido el 26 de septiembre de 1897 en la localidad italiana de Concesio y fallecido el 6 agosto de 1978 en Castel Gandolfo, la de Pablo VI era una beatificación que hace justicia a la teoría de unidad en el seno de la Iglesia postconciliar. Tras Juan XXIII y Juan Pablo, la de Montini es una beatificación querida por muchos, aunque la figura de este Papa no haya gozado de grandes adherencias, al ser sobrepasado en el tiempo por dos huracanes: Roncalli y Wojtyla.
Los objetivos básicos de su papado fueron: proseguir el Concilio, la paz en el mundo y la unidad de los cristianos. Pablo VI recibió al ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Gromyko, en 1966, pero sus diversos contactos con países del Este no supusieron grandes cambios en las relaciones entre ambas partes. Sí fueron espectaculares los resultados de la política de acercamiento a la Iglesia oriental, como el encuentro fraternal con el Patriarca Atenágoras de 1967 en Constantinopla.
El Papa no cejó en sus viajes. Tras su desplazamiento a Tierra Santa de 1964, estuvo en el congreso eucarístico de Bombay en el mismo año; en 1965 visitó Nueva York; en 1967, Fátima; un año después, Bogotá; en 1969 estuvo en Ginebra y África, y en 1970 viajó por Extremo Oriente. Pese a no tener la popularidad de su predecesor, Pablo VI realizó un intenso trabajo.