"Convertíos, estáis a tiempo de no ir al infierno", clamó Francisco tras pedir que los miembros de todas las mafias depongan la violencia
El papa Francisco visitará el sábado por primera vez Cassano allo Jonio, un pueblo de Calabria, en el sur de Italia, en donde la temida N’dranghetta asesinó por venganza a un niño de 3 años, lo que conmovió a Italia.
Cinco meses después de que la mafia calabresa quemara vivo a un niño de tres años, Nicola «Coc» Campolongo, víctima de un ajuste de cuentas, el pontífice argentino cumplirá una visita emblemática para condenar los delitos cometidos por las organizaciones criminales y a la vez dar alivio a esa región, entre las más pobres de Italia.
La localidad, de cerca 17.000 habitantes, ha sido en los últimos años escenario de una guerra entre familias de la Ndranghetta que se ha cobrado varios muertos.
Durante su estadía de un día, el papa visitará una cárcel, un hospital y un centro para ancianos y almorzará con pobres y jóvenes de una comunidad terapeútica.
Francisco celebrará la misa en Marina de Sibari a la que deberán asistir miles de personas provenientes de diferentes zonas del sur de la península.
Desde que fue elegido pontífice en marzo del 2013, el primer papa latinoamericano ha visitado varias localidades italianas afectadas por graves problemas sociales.
En Lampedusa, la isla siciliana donde cada año desembarcan en barcazas inmigrantes provenientes de µfrica que sueñan una vida mejor, el papa pidió ayuda para los indocumentados hacinados en centros de asistencia y denunció la muerte de cientos de ellos ahogados en la travesía.
En Cagliari, capital de la isla de Cerdeña, se pronunció contra un sistema económico inhumano que genera tanto desempleo y que afecta a varios países del viejo continente.
En Asís, la ciudad natal de San Francisco, el papa habló de la pobreza y de su proyecto de una Iglesia pobre para los pobres.
Calabria, tristemente célebre por el récord de desempleo juvenil — 56,1% según cifras de Eurostat –, se ha convertido en la región del narcotráfico a través de una relación estrecha con las mafias suramericanas, en particular de Colombia.
El papa argentino, sumamente sensible a esos temas, declaró la guerra a la mafia y a la corrupción, inclusive dentro de la Iglesia.
En marzo pasado, en un acto organizado por la asociación antimafia Libera, el papa denunció el «poder y el dinero ensangrentado» de las mafias.
El pontífice se reunió entonces con familiares de las más de 800 víctimas del crimen organizado.
«Convertíos, estáis a tiempo de no ir al infierno», clamó Francisco tras pedir que los miembros de todas las mafias depongan la violencia.
Las palabras de Francisco de condena a la mafia siguen los pasos de aquellas que en 1993 Juan Pablo II pronunció en el valle de los templos de Agrigento, en Sicilia, poco después del asesinato de los jueces antimafia Paolo Borsellino y Giovanni Falcone, donde acusó a la mafia e ser contraria a Dios.
Ese viaje puso fin al silencio que hasta entonces los papas habían mantenido sobre el crimen organizado.