El Señor nos reconocerá si a su regreso lo hemos reconocido en el pobre, el indigente, el marginado, el que sufre o está solo
(Jesús Bastante).- Por primera vez este caluroso mes de agosto, Francisco presidió la audiencia de los miércoles en el Aula Pablo VI. Con un protagonista especial, como ahora hace un año, durante la histórica JMJ de Brasil: los capítulos 5 y 25 del Evangelio de Mateo, las Bienaventuranzas y el Juicio de Dios. «El Señor nos reconocerá si a su regreso lo hemos reconocido en el pobre, el indigente, el marginado, el que sufre o está solo». «Este es uno de los criterios fundamentales de nuestra vida cristiana», subrayó.
«Es algo simple, pero concreto: reconocer a Cristo en su misericordia y su compasión, en los más pobres de nuestra sociedad«, señaló Bergoglio. Esto nos dará credibilidad ante «todos los hermanos que encontramos hoy». «Recordadlo hoy y siempre», añadió ante un auditorio absolutamente abarrotado. No son normales las audiencias de los miércoles durante agosto, de ahí la expectación. Y el Papa, como casi siempre, no defraudó. Muchos más siguieron la audiencia desde las pantallas gigantes instaladas en la plaza de San Pedro.
Los más ruidosos, los alemanes (ayer el Papa habló por primera vez en este idioma ante los monaguillos) y los españoles. En su catequesis, Bergoglio subrayó cómo «la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, que se funda sobre la nueva alianza sellada con la sangre de Jesús».
En este punto, el Papa destacó la figura de Juan el Bautista, que «hace de puente» y «prepara al pueblo para recibir al Señor».
Al igual que Dios entregó a Moisés los diez mandamientos, «también Jesús entrega a los discípulos una enseñanza nueva, que comienza con las Bienaventuranzas», que son «como el retrato de Jesús, su forma de vida y el camino de la felicidad que anhela el corazón humano. Además de la nueva ley, el Señor nos invita a reconocerlo en los pobres, en los que sufren, en los que pasan necesidad».
Este fue el saludo del Papa
Queridos hermanos,
en la catequesis de hoy contemplamos a la Iglesia como nuevo Pueblo de Dios, que se funda sobre la nueva Alianza sellada con la sangre de Jesús. La figura de Juan el Bautista es muy significativa puesto que prepara al pueblo para recibir al Señor. De esta manera, hace de puente entre la promesa del Antiguo Testamento y la plenitud de su cumplimiento en el Nuevo. En la montaña del Sinaí, Dios había establecido una alianza con Moises entregándole los diez mandamientos. También Jesús, sobre una pequeña colina, entrega a sus discípulos una enseñanza nueva, que comienza con la bienaventuranzas. Ella son como el retrato de Jesús, su forma de vida y el camino de la felicidad que anhela el corazón humano. Además de la nueva ley, el Señor nos invita a reconocerlo en los pobres, en los que sufren, en los que pasan necesidad. De esto se nos juzgará al final de nuestra vida. La nueva alianza consiste precisamente en reconocer que gracias a Cristo la misericordia y la compasión de Dios nos rodea.
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Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particolar a los grupos venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor. Pidamos a Jesús que su gracia nos transforme a imagen suya, para que viviendo según el espíritu de las bienaventuranzas seamos luz y consuelo para nuestros hermanos. Muchas gracias y que Dios los bendiga.