Aquí las diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua
(J. Bastante).- «El secreto de una existencia plena es amar y entregarse por amor». Tras el emocionante rezo de vísperas, llegó Francisco al Centro Betania, donde se encontró con niños discapacitados, enfermos y otras personas asistidas por centros caritativos de Albania.
Visiblemente cansado -están resultando unas once horas auténticamente intensas, tal y como prometió Federico Lombardi-, el Papa no quiso perderse este último encuentro con los olvidados de los olvidados, los reyes de la periferia.
«Queridos amigos del Centro Betania -arrancó el Papa-, gracias por vuestra acogida, y por la que tenéis con tantos niños y niñas víctimas, a los que ofrecéis un ambiente sereno y de educación. Un ejemplo de vida para ellos».
«Hoy estamos todos confirmados en la fe, todos ayudados a creer, porque vivamos la fe con gestos de caridad concreta. Aportamos lucha y esperanza en situaciones de especial dificultad. Es Jesús quien nos dice que quien acoge a uno solo de estos niños, le acoge a él», señaló el Papa, quien incidió en que «estas obras mueven las montañas de la indiferencia y la apatía«.
«Este centro testimonia que es posible la convivencia fraterna de personas de diferentes etnias o confesiones religiosas. Aquí las diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua», añadió Francisco, quien repitió que «toda comunidad religiosa se explica con amor, y no con violencia. No tengáis vergüenza de la bondad».
«La bondad no es debilidad, sino una fuerza capaz de renunciar a la venganza. El bien es un premio para nosotros, que nos acerca a Dios. Ver la realidad de nuestra vida a la luz del diseño de amor de Dios», subrayó Bergoglio, quien añadió que «el bien paga infinitamente más que el dinero. Hemos sido creados para acoger el amor de Dios y darlo a los demás. El poder es el gran peligro, que nos afecta a todos».
«Una cosa significativa a propósito de los voluntarios de esta obra: se sacrifican con alegría por amor a Jesús y amor a nosotros. El darse por amor a Jesús da esperanza y alegría. El secreto de la existencia es darse por amor, sacrificarse con alegría».
Estas fueron las palabras del Papa:
Queridos hermanos del Centro Betania:
Les agradezco de corazón su gozosa acogida. Y, sobre todo, les agradezco la hospitalidad que cada día dan a tantos niños y adolescentes necesitados de atención, de ternura, de un ambiente sereno y de personas amigas, que sean también verdaderos educadores, ejemplos de vida, y en las que encuentren apoyo.
En lugares como éste, todos confirmamos nuestra fe, se nos hace más fácil creer, porque vemos la fe hecha caridad concreta. La vemos dar luz y esperanza a situaciones de gran dificultad; vemos que se enciende de nuevo en el corazón de personas tocadas por el Espíritu de Jesús, que decía: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí» (Mc 9, 37). Esta fe que actúa en la caridad mueve las montañas de la indiferencia, de la incredulidad y de la indolencia, y abre los corazones y las manos para hacer el bien y difundirlo. La Buena Noticia de que Jesús ha resucitado y está vivo en medio de nosotros pasa a través de gestos humildes y simples de servicio a los pequeños.
Además, este Centro demuestra que es posible la convivencia pacífica y fraterna entre personas de distintas etnias y diversas confesiones religiosas. Aquí las diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua. Las diversas experiencias religiosas se abren al amor respetuoso y operante con el prójimo; cada comunidad religiosa se expresa con el amor y no con la violencia, no se avergüenza de la bondad. Quien cultiva la bondad en su interior recibe a cambio una conciencia tranquila, una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones. Incluso ante las ofensas recibidas, la bondad no es debilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar a la venganza.
El bien es premio en sí mismo y nos acerca a Dios, Sumo Bien. Nos hace pensar como Él, nos hace ver la realidad de nuestra vida a la luz de su proyecto de amor para cada uno de nosotros, nos permite disfrutar de las pequeñas alegrías de cada día y nos sostiene en las dificultades y en las pruebas. El bien paga infinitamente mejor que el dinero, que nos defrauda porque hemos sido creados para recibir y comunicar el amor de Dios, y no para medir las cosas por el dinero y el poder.
Queridos hermanos, en su saludo, la Directora ha recordado las etapas que ha recorrido su asociación y las obras que han nacido de la intuición de la fundadora, la Señora Antonietta Vitale -a la que saludo cordialmente y agradezco su acogida-, ha subrayado la ayuda de los bienhechores y el desarrollo de las diversas iniciativas. Ha hablado de la gran cantidad de niños amorosamente acogidos y atendidos. Mirjan, por su parte, ha dado testimonio de su experiencia personal, de su entusiasmo y gratitud por un encuentro que ha transformado su existencia y le ha abierto nuevos horizontes, con nuevos amigos y con un Amigo todavía más grande y mejor que los demás: Jesús. Ha dicho una cosa muy significativa a propósito de los voluntarios que colaboran aquí; ha dicho: «Desde hace 15 años se sacrifican con alegría por amor a Jesús y a nosotros». Es una frase que revela cómo entregarse por amor a Jesús produce alegría y esperanza, y cómo servir a los hermanos se transforma en reinar con Dios. Estas palabras de Mirjan-Paolo pueden resultar paradójicas para buena parte de nuestro mundo, que no acaba de comprenderlas y ansía encontrar la clave de la propia existencia en las riquezas terrenas, en el poder y en la pura diversión, donde sólo encuentra alienación y confusión.
El secreto de una existencia plena es amar y entregarse por amor. Ahí se encuentra la fuerza para «sacrificarse con alegría», y el compromiso más exigente se convierte en fuente de mayor alegría. Así no asustan las opciones de vida definitivas, que aparecen, a su verdadera luz, como un modo de realizar plenamente la libertad personal.
Que el Señor Jesús y su Madre, la Virgen María, bendigan su Asociación, este Centro Betania y los otros centros que la caridad ha hecho surgir y la Providencia crecer. Que bendigan a todos los voluntarios, a los bienhechores y a todos los niños y adolescentes. Su patrón, san Antonio de Padua, los acompañe en el camino. Continúen con confianza sirviendo al Señor en los pobres y en los abandonados, y pidiéndole que los corazones y las mentes de todos se abran al bien, a la caridad operante, fuente de auténtica alegría. Les pido, por favor, que recen por mí y de corazón los bendigo.