El cardenal Pell fue interrogado hace un mes por la Comisión de Investigación del Gobierno de Australia, por algunas decisiones que el prelado tomó siendo arzobispo de Melbourne y Sydney
La «tolerancia cero» afecta a todos en el Vaticano. Del primero al último, sin excepción. Incluso, a los cardenales de mayor confianza del Papa. Según informa esta semana L’Expreso, tras la detención del ex obispo Josef Wesolowski, acusado por pedofilia, la tensión es alta en la Santa Sede, donde algunos personajes han estado involucrados, de una u otra manera, en investigaciones sobre abusos.
Entre ellos, el cardenal George Pell, uno de los miembros del G-9 de cardenales que asesoran al Papa en la reforma de la Curia, y desde hace unos meses prefecto de la Secretaría de Economía. Pell es una especie de «superministro» de las finanzas vaticanas.
El cardenal Pell fue interrogado hace un mes por la Comisión de Investigación del Gobierno de Australia, por algunas decisiones que el prelado tomó siendo arzobispo de Melbourne y Sydney. Según algunos expertos de dicha comisión, la actitud de Pell fue la de «minimizar los crímenes, ocultando la verdad, manipular e intimidar a las víctimas».
El cardenal, que hace unos años fue absuelto por falta de pruebas en su contra una acusación de abuso sexual a un niño de 12 años, explicó durante su comparecencia que la Iglesia no tenía ninguna responsabilidad legal
Por su parte, y cuestionado por L’Expreso, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, no quiso hacer comentarios. Por su parte, los diarios británicos, australianos y estadounidenses acusan a Pell de ocultación. La polémica ha llegado a tal punto que, según el semanario, el Papa Francisco podría haber admitido que el nombramiento del cardenal había sido «demasiado apresurado«.