¿Cómo es mi parroquia? ¿Cómo es mi comunidad? ¿Tiene este espíritu? ¿Cómo es mi institución?
Francisco afirmó que en el seno de la Iglesia «se pueden tener opiniones diferentes» pero sin despreciar a nadie durante la homilía matutina que celebra cada día en la capilla donde tiene su residencia, la Casa Santa Marta.
El papa dedicó hoy su sermón a recordar que el objetivo de la Iglesia y de los católicos es «buscar el bien de los demás y servirles» además de ser «unánimes y concordes».
Francisco explicó que aunque «esta es la atmósfera que quiere Jesús en la Iglesia (…) se pueden tener opiniones diferentes, pero siempre dentro de esta atmósfera de humildad, caridad y sin despreciar a nadie«.
Para el pontífice argentino, «es muy feo cuando en las instituciones eclesiales, diócesis o parroquias, la gente busca su propio interés y no ponerse al servicio».
El papa valoró también, lo que llamó, «la gratuidad», cuando se hacen los favores y el bien sin esperar nada a cambio y despreció los comportamientos de quien hace las cosas «por rivalidad o vanagloria».
«Cuántas veces vemos en nuestras instituciones, en la Iglesia, en las parroquias, entre los colegas, estos comportamientos. La rivalidad, el hacerse notar, la vanagloria. Estas son termitas que carcomen la consistencia de la Iglesia y la debilitan«, aseveró.
Por ello, el papa invitó a los religiosos y católicos a hacerse un examen de conciencia para observar si en sus parroquias o comunidades «existe la unanimidad y la concordia, sin rivalidades o vanaglorias» o, en el caso contrario, qué pueden hacer para cambiar esta situación.
Según RV, la rivalidad y vanagloria son dos polillas que debilitan a la Iglesia; en cambio es necesario actuar con espíritu de humildad y concordia, sin buscar el propio interés: lo ha dicho el Papa Francisco en la homilía de la Misa matutina celebrada en la Casa de Santa Marta.
Tomando como inspiración la carta de San Pablo a los Filipenses, el Papa observó que la alegría de un obispo es ver en su Iglesia amor, unidad y concordia. «Esta armonía – subrayó el Papa – es una gracia, lo hace el Espíritu Santo, pero nosotros por nuestra parte, debemos hacer de todo para ayudar al Espíritu Santo a realizar está armonía en la Iglesia». Por esto, San Pablo invita a los Filipenses a no hacer nada «por rivalidad o vanagloria», ni a «luchar uno contra el otro, ni siquiera para hacerse notar, para aparentar ser mejor que los otros». «Se ve – enfatizó el Santo Padre – que esto no es solamente cosa de nuestro tiempo», sino «que viene desde antes»:
«Y cuantas veces en nuestras instituciones, en la Iglesia, en las parroquias, por ejemplo, en los colegios, encontramos esto, ¿no? La rivalidad; el hacerse notar, la vanagloria. Se ve que son dos polillas que devoran la consistencia de la Iglesia, la debilitan. La rivalidad y la vanagloria van contra esta armonía, esta concordia. En vez de rivalidad y vanagloria, ¿qué cosa aconseja Pablo? ‘Pero cada uno de ustedes, con toda humildad’ – ¿qué cosa se debe hacer con humildad? – ‘considerar a los otros superiores a si mismo’. Él sentía esto, ¿eh? Él se califica ‘no digno de ser llamado apóstol’, el último. También se humilla fuertemente ahí. Este era su sentimiento: pensar que los otros eran superiores a él».
El Papa citando a San Martin de Porres, «humilde fraile dominicano», del cual la Iglesia hoy celebra su memoria: «su espiritualidad estaba en el servicio, porque sentía que todos los otros, incluso los más grandes pecadores, eran superiores a él. Lo sentía de verdad». San Pablo, luego, exhorta a cada uno a no buscar el propio interés:
«Buscar el bien del otro. Servir a los demás. Pero esto es la alegría de un obispo, cuando ve en su Iglesia así: un mismo sentir, la misma caridad, permaneciendo unánimes y concordes. Este es el ambiente que Jesús quiere en la Iglesia. Si pueden tener diversas opiniones, está bien, pero siempre dentro de este ambiente, de esta atmosfera: de unidad, caridad, sin despreciar a ninguno».
Refiriéndose al Evangelio del día, el Papa Francisco agregó:
«Es feo, cuando en las instituciones de la Iglesia, de una diócesis, encontramos en las parroquias gente que busca su propio interés, no el servicio, no el amor. Y esto es lo que Jesús nos dice en el Evangelio: no buscar el propio interés, no caminar por el camino del contracambio, ¿eh? ‘Pero sí, yo te he hecho este favor, pero tú no me haces esto’. Y, con esta parábola, de invitar a cena a aquellos que no pueden contracambiar nada. Es la gratuidad. Cuando en una Iglesia hay armonía, hay unidad, no se busca el propio interés, existe esta actitud de gratuidad. Yo hayo el bien, no hago un negocio con el bien».
El Papa concluyó, invitando a hacer un examen de conciencia: «¿Cómo es mi parroquia? ¿Cómo es mi comunidad? ¿Tiene este espíritu? ¿Cómo es mi institución? Este espíritu de sentimientos de amor, de unanimidad, de concordia, sin rivalidad o vanagloria, con humildad y pensando que los demás son superiores a nosotros, en la parroquia, en la comunidad… Y tal vez encontraremos que hay algo para mejorar. ¿Hoy, cómo puedo yo mejorar esto?
(Rd/Agencias/RV)